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lunes, 11 de julio de 2011

Cuando urge la atención psicológica

Es una zona acostumbrada a los movimientos sísmicos, de ahí que sus habitantes tardaran un poco más de la cuenta en comprender que el del pasado 11 de marzo no era uno de esos movimientos 'normales'. Sin embargo, aquel seísmo de magnitud 9 al que siguió un maremoto de olas de hasta 10 metros de altura, era el terremoto más potente que sufría Japón en su historia. Ejemplo al mundo de que ni siquiera los países más industrializados están a salvo de la naturaleza.
Como resultado de aquel día quedaron las cifras en los periódicos: cerca de 16.000 fallecidos, 8.000 desaparecidos y 6.000 heridos. Datos que pronto se olvidaron ante una amenaza que traspasaba fronteras, el posible escape radiactivo de la central de Fukushima.
Hoy, cuatro meses después de aquella tragedia y con la central controlada -aunque dando noticias preocupantes-, ¿quién se acuerda de los supervivientes? La revista británica 'The Lancet' publica un reportaje con el último informe de la situación en la zona devastada.
A pesar de que muchos expertos consideran que la situación es mejor de lo que podría ser en otro país no desarrollado, las necesidades siguen siendo evidentes. "La prefactura de Miyagi [al noroeste de Japón] sigue siendo epicentro de una vasta extensión donde junto a las casas arrancadas se ven los importantes daños en las infraestructura sanitaria", explica John McCurry en su artículo de 'The Lancet'. Y es que, según las autoridades médicas de esta prefactura, 186 instituciones médicas, incluyendo tres hospitales generales, fueron destruidos o seriamente dañados.
"Efectivamente, se necesita tiempo y dinero para volver a la normalidad", explican desde Médicos Sin Fronteras (MSF). En la actualidad, más de 90.000 personas siguen viviendo en centros de evacuación y, aunque no hay problemas en cuanto a suministros de alimentos y agua, estas víctimas sucumben al aburrimiento y la ansiedad producto de no saber qué les depara su futuro. "Además, se espera que los trabajos de reconstrucción se alarguen al menos tres años más, costando 10 millones de yenes. Por otra parte, de las cerca de 60.000 viviendas temporales que prometió el gobierno, todavía no están en pie ni la mitad de ellas", asegura McCurry.
MSF lleva en Japón desde que se pidió ayuda humanitaria, apoyando principalmente en la reconstrucción sanitaria y en la atención psicológica a las víctimas. "Tras una catástrofe de esta magnitud, rehacer todo de nuevo es complicado", aseguran. "Sin embargo, en Minami Sanriku, en Miyagi, estamos empezando a diseñar y construir una clínica de primer nivel con la intención de atender a 23.000 personas, hasta que una nueva estructura permanente se construya. También en Taro, en la prefectura de Iwate, colaboramos en la rehabilitación y equipamiento de una clínica similar ubicado en un hotel", comentan, "pero, sin duda, lo más importante es atender psicológicamente a todas las víctimas... y esto es un proceso largo".

Cuando urge la atención psicológica

Efectivamente, si se ha conseguido "reforzar el control de infecciones y evitar epidemias relacionadas con la falta de higiene", comentan desde esta ONG, será quizá más complicado subsanar los daños psicológicos de una población afectada de la que se calcula que el 30% tiene más de 65 años "y a los que les cuesta más adaptarse a los grandes cambios y los que están viendo su calidad de vida mermada después del terremoto y la desaparición de servicios de salud vitales", afirma McCurry.
Además, según las estimaciones del propio gobierno, hasta un 20% de los supervivientes del tsunami está en riesgo de desarrollar un trastorno postraumático por tensión, mientras que sólo cuentan con cerca de 20 psicólogos capacitados para tratar estos trastornos. Además, como son varias las zonas afectadas, en algunas de ellas, como en Tohoku, no trabajan estos especialistas.
"El mes pasado, un informe del gobierno advirtió que una combinación de malas condiciones de vida más la pena de ver tus cosas y país en ese estado, podría llevar a un aumento sustancial de los casos de trastorno de estrés post-traumático. Es más, a principios de junio ha habido una evidencia inquietante que podría estar relacionada con la catástrofe: el importante incremento de los suicidios en Japón, siendo en mayo de este año un 20% mayor que al mismo mes de 2010 y registrando cifras de 30.000 casos al año", indica en su artículo, McCurry.
Así, este periodista señalaba "el sentimiento de culpa por sobrevivir a esta tragedia mientras que otros han perecido, más la conmoción de ver cuerpos heridos o identificar a los parientes muertos han llevado a que muchos supervivientes estén bajo un cuadro de depresión crónica y experimentes dolores complejos sin tener nada físico", añade en su artículo.
"Las instituciones sanitarias y los profesionales para atender estas demandas -sobre todo psicológicas- se han convertido en una necesidad apremiante para que las víctimas dejen de sentirse en una espirar sin final. Para salir de ella, todavía muchas zonas afectadas siguen esperando el dinero prometido por los gobiernos locales y central", relata y denuncia McCurry.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/07/08/noticias/1310139197.html

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