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sábado, 9 de julio de 2011

Condenadas a ser muñecas

Condenadas a ser muñecas

Las revistas dirigidas a las adolescentes son una pieza importante del entretenimiento a esa edad, en que la persona construye su identidad, y tienen muchas lectoras –porque la mayoría son chicas– en España. Pero los expertos advierten que estas publicaciones suelen contribuir a perpetuar roles en los que la chica vive sometida al culto a la belleza, al chico y al consumismo
“¿Triunfas con tu look para ir a clase?”. “Atenta a lo que ha llegado esta semana a las tiendas: cómpralo antes de que se acabe”. “Han ganado los premios Grammy con una voz de sobresaliente, pero sus estilismos en la alfombra roja fueron de suspenso”... Son artículos de algunas revistas para adolescentes que hay en el quiosco. El modelo que siguen perpetuando estas revistas es el de una chica joven, guapa, maquillada (ahora, con look natural), delgada, con éxito y con novio. No hay chicas gorditas, ni con gafas, ni con ortodoncia. No salen a la calle sin maquillar, y si lo hacen son objeto de la crítica feroz. El principal objetivo es gustar a los chicos, y las que no salen a ligar es porque son un poco raras. Y todas consiguen lo que quieren, porque el éxito las mueve.

“Nos pasamos toda la educación primaria insistiendo en que niños y niñas pueden ser valientes y también pueden llorar, en que cada uno vale por lo que es y no por lo que aparenta… Y llegan a secundaria y te explican que su amiga tiene un novio que la quiere mucho porque la inunda a SMS preguntándole dónde está y aconsejándola sobre qué top ponerse. ¿Es este el modelo de mujeres y hombres adultos que queremos?”, cuestiona Pepa Fernández, quien, como maestra, ha tenido que lidiar con padres que dejaban ver a sus hijas de ocho años series televisivas no recomendadas para menores de 14. Y como madre ha descubierto que a su hija adolescente le gusta más leer según qué revistas que un libro o un periódico. Las revistas juveniles son leídas por más de un millón y medio de personas, normalmente chicas de entre 10 y 25 años, según el Estudio General de Medios (EGM). Hay más de diez revistas de este tipo en España, y casi todas ofrecen un modelo de chica exitosa que debe ser guapa, sumisa, frívola, consumista y muy sexy.
Juan Plaza, profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca y coordinador del grupo de estudios Medios y Género, ha llevado a cabo numerosos análisis de los modelos de masculinidad y feminidad que aparecen en estas publicaciones. Plaza explica: “Las revistas para adolescentes perpetúan los roles referidos a la apariencia y, lo más pernicioso para mí, repiten a las chicas hasta la saciedad la idea de que no son nadie sin un chico al lado. Es la actualización de ‘te vas a quedar para vestir santos’”.

Mónica Figueras, profesora de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, analizó a lo largo de siete años estas publicaciones y su influencia sobre lectoras de 14 a 21 años, de lo que surgió el estudio La imagen corporal en las revistas juveniles femeninas. En su opinión, “el culto a la belleza física sigue siendo lo que define a la adolescente femenina presentada en las revistas. Además, la finalidad de la belleza no es una misma, sino atraer a los chicos, por lo que se potencia también el rol tradicional basado en la mirada ­masculina”.

Durante la adolescencia se busca la propia identidad, por eso Figueras considera que es normal que las adolescentes quieran leer estas revistas, pero apunta que se debe evitar que sean su única referencia informativa: “Se puede considerar un tipo de prensa basura, pero, en todo caso, necesaria para muchas adolescentes en su momento evolutivo, como otros medios de entretenimiento y tiempo libre. Son actividades muy significativas en el proceso de construcción de su identidad, pero hay que fomentar la participación en otros espacios socializadores (teatro, asociaciones, libros, viajes…) que puedan descubrirles otros valores y estilos de vida y ayudarles a relativizar el contenido de las revistas y a desarrollar su capacidad crítica”.

La gran mayoría de las revistas para adolescentes refleja una chica que debe estar constantemente al día, y a menudo estas publicaciones parecen un catálogo de moda y tendencias. No suele haber artículos que traten temas culturales, intelectuales, políticos o sociales. “El éxito es el tema transversal que predomina en todos los artículos, y se consigue por ser joven y por ser mujer, factor definido por la estética (circunscrita a una imagen corporal delgada y atractiva), y por gustar a los chicos”, asegura Plaza.

Pero, además, a menudo la información sobre estética es tendenciosa. “Se erigen como un manual de instrucciones –explica Figueras–, pero con una fuerte intención comercial. La mayoría de los artículos contiene consejos publicitarios. La nueva imagen de una chica independiente y responsable de sus decisiones entra en contradicción con la realidad de una vida dirigida y orientada por la industria del ­consumo”.

Un estudio realizado por la Universidad de Lisboa que entrevistaba a jóvenes de entre 12 y 17 años demostraba que se daban cuenta perfectamente de las trampas comerciales de las apariciones de los famosos, pero lo aceptaban como parte del juego. Sin embargo, las más jóvenes y las que provenían de clases más bajas tenían más dificultades en distinguir entre la publicidad y la información.

El filósofo y pedagogo José Antonio Marina se pregunta en sus libros El rompecabezas de la sexualidad y La revolución de las mujeres si está desapareciendo la infancia, especialmente debido a una sexualización precoz. “Hay una especial insistencia en el tema de ligar –corrobora Juan Plaza–, hasta el punto de que no ligar es, explícitamente, una conducta reprobada. Ligar se convierte para las lectoras en una necesidad casi patológica, algo que debe formar parte continuamente de sus pensamientos y sus acciones”. Casi ninguna revista especifica la edad a la que va dirigida.

En la adolescencia hay que estar al día de las tendencias imperantes, y las revistas informan sobre los códigos juveniles en cada momento. Mónica Figueras explica que “por eso gusta tanto también la sección de tests de autoevaluación: marcando una simple cruz pueden descubrir su personalidad y autojuzgarse, sin moralinas de adultos y sin salir de su habitación”.

Los consultorios, explica Juan Plaza, permiten identificarse con el que consulta y proyectar en la respuesta las propias dudas, pero hay contradicciones. En una de estas revistas, en una sección de cartas a una psicóloga, un chico de 16 años explica que está “hasta las narices” porque su amigo “se enrolla con todas”. La psicóloga le explica que no debe sentirse inseguro, pero acaba diciendo: “Por cierto, ya que el chico es un hacha ligando, ¿por qué no le pides unos consejillos?”. La misma psicóloga da consejos a una niña de 13 años que escribe que aún no ha besado a nadie y su novio quiere. La respuesta incluye una serie de consejos técnicos sobre cómo besar.

Los expertos aconsejan que tanto padres como educadores ofrezcan a los chavales modelos de éxito alternativos, con estilos de masculinidad y feminidad abiertos, y que les ayuden a reflexionar sobre la imagen que trasladan de las mujeres, la banalización de las relaciones sexuales y el consumismo.
VISIONES DISTORSIONADAS

- los chicos Son los deseados, pero casi siempre son mirados con displicencia, desde la superioridad de la feminidad. Un artículo se titula, por ejemplo, Traductor de chicos; en otro, se detallan las diferencias: ellos se orientan mejor, son más concretos; ellas saben expresar sentimientos y hacen varias cosas a la vez. Juan Plaza insiste en que la construcción de lo femenino en este tipo de revistas ofrece mensajes contradictorios: “Frente a las continuas apelaciones a la autonomía y la independencia, se insiste reiteradamente en la necesidad vital de los varones para ser feliz. Se presenta el universo masculino como algo primario, simplón e incluso en ocasiones zafio. La amistad intersexos suele tener algún componente amoroso o sexual”.

- los padres Los adultos, en general, aparecen como los otros, es un colectivo que las adolescentes toleran o con el que se enfrentan. Las revistas que incluyen en el horóscopo las relaciones familiares prácticamente dibujan a los padres como esos señores “raros”, “maniáticos” o “aguafiestas” a los que hay que o que combatir o ignorar. Un estudio de la Asociación de Usuarios de la Comunicación para el Defensor del Menor sobre más de 80 productos televisivos para niños y jóvenes concluyó que los padres se presentan como “ausentes, inmaduros, patéticos y no legitimados para educar”.
- los homosexuales Figueras detalla que el lesbianismo no existe para este tipo de publicaciones adolescentes. “Esta exclusión marca los límites de la normalidad o aceptabilidad sexual. A la homosexualidad masculina sí hay alusiones que se apoyan en tópicos –‘les gusta ir de compras’– o en la discriminación positiva –‘los gais están más por sus hijos’–, dice Figueras. Los temas se redactan como si se les diera un trato normalizado, pero “el discurso implícito connota ironía y superficialidad; por ejemplo, se desprende que ser gay es una cuestión de estar a la última o que tener amigos homosexuales es ser cool”.
- la anorexia y la bulimia Como en toda la sociedad, hay mucha más concienciación sobre los peligros de los trastornos alimentarios. En una revista, por ejemplo, califican de escandaloso que determinado diseñador de alta costura haya dicho que no diseña para tallas superiores a la 38. Pero aun así, pese al avance, falta mucho camino por recorrer. Plaza explica que “incluso en un tema tan delicado se plantea el ligoteo como motivación final para salir de la enfermedad” y cita un reportaje de calidad, pero en el que, de nuevo, la motivación viene del exterior de la persona: “En un despiece se advierte: ‘A los chicos… ¡les encantan las chicas con curvas!’”.
EXTREMOS Y ESTEREOTIPOS
Los personajes adolescentes de las series televisivas son extremos: o demasiado felices o demasiado desgraciados, y los jóvenes no se sienten representados por ellos. Es una afirmación que surge de un estudio conjunto de las universidades Autònoma y Pompeu Fabra de Barcelona y la Rovira i Virgili de Tarragona, sobre la imagen de los adolescentes en el prime time televisivo. El público adolescente cree que se le refleja con una imagen irresponsable, como pasotas, vagos, graciosillos, broncas, coquetas, tontas o en la edad del pavo.

El Centro Internacional de Estudios sobre Infancia, Juventud y Medios de Comunicación de la Universidad de Göteborg (Suecia) ha publicado ¿Al servicio de los jóvenes?, un compendio de estudios diversos y que alertan de que la socialización que la televisión supone para los jóvenes está demasiado mezclada con un espíritu mercantilista que les deja desprotegidos.

En Drac Màgic, una entidad que se dedica al estudio del mundo audiovisual y que organiza campañas didácticas sobre cómo se configura el imaginario televisivo y su poder socializador, se lamenta que el consumo de los medios de comunicación, que se extiende a nuevos formatos como las redes sociales, hace que se subraye más la ecuación éxito-dinero-belleza.

“Un caso paradigmático –ilustran en la entidad– es Hannah Montana: en la serie es representada como una chica con una doble identidad, una chica normal y Hannah Montana, una famosa cantante. Mientras el personaje de ficción se representa con sus contradicciones, e incluso puede hacer el ridículo, cuando se refiere a Miley Cirus, la persona real, se usa un modelo de éxito casi adulto y basado en el dinero y su aspecto físico”.

Un estudio llevado a cabo en Alemania por el Instituto Internacional de Juventud y Televisión Educativa, que analizó series televisivas para niños en 24 países, concluyó que la televisión no refleja la diversidad real del planeta: los personajes de raza blanca y cultura occidental dominan la ficción. Otro estudio que comparaba en Estados Unidos y Canadá cómo presentaban los papeles de mujer y hombre las películas destinadas a un público familiar concluyó que en 20 años se ha avanzado poquísimo.
http://www.magazinedigital.com/salud/psicologia/reportaje/cnt_id/6029

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