Algún trastorno depresivo, un problema laboral, un resultado médico inesperado... Las especulaciones sobre la muerte del diseñador Manuel Mota no han dejado de sucederse desde que su cuerpo apareció con lesiones de arma blanca en el interior de un baño en un centro de salud, y tres cartas de despedida en la mochila.
Mientras los Mossos de Esquadra trabajan con la hipótesis del suicidio y los forenses le practican la autopsia al cuerpo de Manuel Mota, los especialistas consultados por este periódico coinciden en que existen algunas circunstancias atípicas en el caso.
"He visto 700 suicidios a lo largo de mi carrera, y ninguno con una puñalada en el pecho", confiesa el forense José Cabrera, que reconoce las dificultades para tener éxito mediante este medio. "Hay que tener mucho valor, fuerza suficiente para atravesar la zona, haberla estudiado bien previamente...". Una idea en la que coincide Dolors Costa psicóloga clínica y miembro de la Asociación Nacional de Criminalistas (Ancref); "es un método muy infrecuente. Hay que tener mucha fuerza física, pero también moral, porque va contra el propio instinto de supervivencia del ser humano".
"Es una forma muy llamativa, que oculta una gran autoagresividad", señala por su parte el doctor Jesús de la Gándara, responsable de Psiquiatría en el Complejo Hospitalario de Burgos. Detrás del 90% de los suicidios que se cometen, se esconde una enfermedad mental; sobre todo, depresión y esquizofrenia.
Como señala el doctor Eduard Vieta, director del Programa de Trastornos Bipolares del Hospital Clínic de Barcelona, los suicidios de tipo violento (como precipitarse desde cierta altura, usar armas blancas o de fuego, el ahorcamiento...) son más habituales entre varones; mientras que las mujeres recurren con más frecuencia al consumo de fármacos o sustancias. "Cuanto más violento es el método elegido, más incidencia de patologías psiquiátricas subyacentes suele haber", añade.
Los especialistas también coinciden en que los suicidios planificados (como los que suelen dejar tras de sí alguna nota de despedida) suelen llevarse a cabo en la intimidad; "generalmente en casa o en una habitación de hotel", añade Vieta. Por su parte, los que se llevan a cabo en lugares públicos suelen responder a un patrón más impulsivo, menos planificado.
Coincide con esta distinción el psiquiatra Luis de Rivera, autor del libro 'Crisis emocionales', que distingue entre los suicidios muy elaborados y los más impulsivos. En los primeros, señala, no es extraño que el sujeto termine todas sus tareas pendientes, cierre las cuentas incluso elabore testamento. "Estas personas suelen elegir lugares recónditos y solitarios, y su acción responde a una decisión más elaborada después de analizar su vida. Aunque no es una decisión razonable, el sujeto está emocionalmente convencido de que es algo lógico", apunta, "es lo que se conoce como catatimia".
En cambio, añade, existen otro tipo de suicidios más impulsivos que responden a un "intento de escapar de una vivencia. No es exactamente que el sujeto desee morir, pero sí escapar del sufrimiento, de una experiencia que cree que no puede soportar". Esa necesidad de escapar se plasma en muertes más impulsivas, en lugares públicos, más concurridos.
En este sentido, el doctor Luis de Rivera, director del Instituto de Psicoterapia de Madrid, señala que la relación entre trastornos depresivos y creatividad está ampliamente demostrada; y aunque no se sabe a ciencia cierta la causa, se sospecha que ciertos genes implicados en la inteligencia y la creatividad también están presentes en los trastornos depresivos. "Aunque ésta es una hipótesis reciente y poco desarrollada", admite.
La depresión, prosigue, tiene que ver con una experiencia de pérdida, y no es extraño que la creatividad surja como una manera de escapar a esa tristeza, a esa sensación de pérdida. En el caso de pacientes con depresión, añade, uno de los momentos de más riesgo de suicidio es paradójicamente cuando el tratamiento empieza a funcionar y el paciente empieza a sentirse mejor.
"Lo primero que mejora con la terapia es el aspecto físico de la depresión; el paciente recupera fuerzas poco a poco, empieza a tener apetito... Después viene la mejoría emocional, se reduce un poco la tristeza y comienza a sonreír. Pero lo último que tarda en mejorar es el aspecto cognitivo, las ideas negras. Es ahí cuando hay que extremar la vigilancia y la supervisión del paciente".
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/01/11/neurociencia/1357904076.html
Mientras los Mossos de Esquadra trabajan con la hipótesis del suicidio y los forenses le practican la autopsia al cuerpo de Manuel Mota, los especialistas consultados por este periódico coinciden en que existen algunas circunstancias atípicas en el caso.
"He visto 700 suicidios a lo largo de mi carrera, y ninguno con una puñalada en el pecho", confiesa el forense José Cabrera, que reconoce las dificultades para tener éxito mediante este medio. "Hay que tener mucho valor, fuerza suficiente para atravesar la zona, haberla estudiado bien previamente...". Una idea en la que coincide Dolors Costa psicóloga clínica y miembro de la Asociación Nacional de Criminalistas (Ancref); "es un método muy infrecuente. Hay que tener mucha fuerza física, pero también moral, porque va contra el propio instinto de supervivencia del ser humano".
"Es una forma muy llamativa, que oculta una gran autoagresividad", señala por su parte el doctor Jesús de la Gándara, responsable de Psiquiatría en el Complejo Hospitalario de Burgos. Detrás del 90% de los suicidios que se cometen, se esconde una enfermedad mental; sobre todo, depresión y esquizofrenia.
Como señala el doctor Eduard Vieta, director del Programa de Trastornos Bipolares del Hospital Clínic de Barcelona, los suicidios de tipo violento (como precipitarse desde cierta altura, usar armas blancas o de fuego, el ahorcamiento...) son más habituales entre varones; mientras que las mujeres recurren con más frecuencia al consumo de fármacos o sustancias. "Cuanto más violento es el método elegido, más incidencia de patologías psiquiátricas subyacentes suele haber", añade.
Premeditación
A su juicio, los suicidios son difíciles de predecir, aunque sí se puede ayudar a la población de manera indirecta, "perdiendo el miedo a ir al psiquiatra, por ejemplo, porque está demostrado que hay mayor tasa en personas que no han pedido ayuda". De hecho, Vieta también desmonta el miedo y el mito a hablar del suicidio en los medios de comunicación. "Ésta es la primera causa de muerte en jóvenes de 15 a 35 años, por delante de los accidentes de tráfico. La solución no es no hablar", señala. "Una persona no se va a suicidar por leer una noticia sobre suicidios, aunque sí es posible que si está pensando en hacerlo le dé por imitar los detalles de algo que ha leído", añade.Los especialistas también coinciden en que los suicidios planificados (como los que suelen dejar tras de sí alguna nota de despedida) suelen llevarse a cabo en la intimidad; "generalmente en casa o en una habitación de hotel", añade Vieta. Por su parte, los que se llevan a cabo en lugares públicos suelen responder a un patrón más impulsivo, menos planificado.
Coincide con esta distinción el psiquiatra Luis de Rivera, autor del libro 'Crisis emocionales', que distingue entre los suicidios muy elaborados y los más impulsivos. En los primeros, señala, no es extraño que el sujeto termine todas sus tareas pendientes, cierre las cuentas incluso elabore testamento. "Estas personas suelen elegir lugares recónditos y solitarios, y su acción responde a una decisión más elaborada después de analizar su vida. Aunque no es una decisión razonable, el sujeto está emocionalmente convencido de que es algo lógico", apunta, "es lo que se conoce como catatimia".
En cambio, añade, existen otro tipo de suicidios más impulsivos que responden a un "intento de escapar de una vivencia. No es exactamente que el sujeto desee morir, pero sí escapar del sufrimiento, de una experiencia que cree que no puede soportar". Esa necesidad de escapar se plasma en muertes más impulsivas, en lugares públicos, más concurridos.
Personas creativas
En España, 3.145 personas se quitaron la vida en 2010 (el 78%, varones), según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). El método más utilizado es el ahorcamiento, seguido del envenenamiento. Precisamente, una tesis del doctor Luis Mínguez, sobre el suicidio entre poetas de los últimos 250 años, observó que estos creadores utilizaban con más frecuencia para quitarse la vida las armas de fuego (seguidas de las intoxicaciones), frente al ahorcamiento que se observa en la población general.En este sentido, el doctor Luis de Rivera, director del Instituto de Psicoterapia de Madrid, señala que la relación entre trastornos depresivos y creatividad está ampliamente demostrada; y aunque no se sabe a ciencia cierta la causa, se sospecha que ciertos genes implicados en la inteligencia y la creatividad también están presentes en los trastornos depresivos. "Aunque ésta es una hipótesis reciente y poco desarrollada", admite.
La depresión, prosigue, tiene que ver con una experiencia de pérdida, y no es extraño que la creatividad surja como una manera de escapar a esa tristeza, a esa sensación de pérdida. En el caso de pacientes con depresión, añade, uno de los momentos de más riesgo de suicidio es paradójicamente cuando el tratamiento empieza a funcionar y el paciente empieza a sentirse mejor.
"Lo primero que mejora con la terapia es el aspecto físico de la depresión; el paciente recupera fuerzas poco a poco, empieza a tener apetito... Después viene la mejoría emocional, se reduce un poco la tristeza y comienza a sonreír. Pero lo último que tarda en mejorar es el aspecto cognitivo, las ideas negras. Es ahí cuando hay que extremar la vigilancia y la supervisión del paciente".
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/01/11/neurociencia/1357904076.html
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