Orgías a 30 euros
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Tres universitarios organizan en su piso de alquiler reuniones sexuales para chicos y chicas que buscan nuevas experiencias
El único libro que Antonio tiene en el salón es Mujeres de Charles Bukowski, pero ahora se lo lleva a su habitación. Debe prepararlo todo para la noche orgiástica que ha organizado.
Para el escritor estadounidense, una orgía era el lugar más solitario del mundo. Para Antonio, una orgía es dinero. Este joven canario de 22 años estudia una ingeniería en Madrid junto a Alejandro, uno de sus dos compañeros de piso. Vive con ellos Marco, italiano de 24 años que terminó Medicina este año y que se está preparando para presentarse al MIR. Los tres organizan cada martes y jueves una orgía en su casa. Y cobran por ello.
A las 17.00 h. empiezan a recoger el amplio salón con barra americana que tienen con vistas a toda la zona de Argüelles. Viven en un piso alquilado, donde esperan a que lleguen en tres horas las ocho personas que van a participar en la orgía de hoy. Tres chicas y cinco chicos. Antonio explica que lo máximo que han tenido son 12 personas. «Aquí caben todos bien. Ahora ponemos los sofás en las esquinas y cubrimos el suelo con colchonetas y cojines», dice el joven, que desde hace un año y medio organiza estas orgías junto a sus compañeros de piso, por las que cobran 30 euros a cada persona.
«Vimos una noticia en Estados Unidos de unos chavales que montaban orgías en su casa. Empezamos hace tres años quedando con chicas de nuestra universidad. Pero cada vez más personas nos decían que querían participar y se nos ocurrió la idea de sacar algo de dinero con esto», cuentan los chicos.
Saben que es un negocio redondo. Algunos meses se han llegado a sacar hasta 3.000 euros, con lo que pagan el alquiler (1.300 euros) y lo que sobra se lo reparten.
La mayoría de sus clientes son jóvenes, algunos compañeros de Universidad, con ganas de vivir una nueva experiencia. «Cada vez nos llama más gente y muchos repiten varias veces. Les atrae la idea de probar algo nuevo y divertido. A los que son muy mayores o tienen mala pinta les rechazamos. Nos preocupa que se pueda enterar nuestra casera, que es una mujer mayor y no sabe lo que hacemos».
Para contactar con ellos se puede hacer a través de internet, o en un paseo por Ciudad Universitaria, donde el boca-oreja es su mejor forma de captar futuros orgiásticos.
A las 20.00 h. empiezan a llegar los clientes. Ninguno pasa de 30 años. Entre ellos está Nadia, estudiante de 25 años que acude a su quinta orgía. «El sexo en grupo siempre me ha atraído bastante. Ya había pensado alguna vez acudir a algún local de intercambio, pero me enteré de esto en la Universidad y no lo dudé. La gente aquí es joven, guapa y muy respetuosa», afirma la joven, que no quiere ponerse el antifaz que le dan a la entrada para quien quiera más intimidad.
Los ocho participantes se sientan en círculo en las colchonetas. Antonio y Alejandro les explican las normas. «Se puede hacer de todo, siempre y cuando respetéis a la otra persona. Y solo se puede practicar el sexo en el salón».
Marco, el italiano, prepara en la barra varios gin tonics, mojitos y chupitos de Mamajuana, un conocido licor de República Dominicana que tiene fama de estimular sexualmente. También deja preparados platos con tortilla, sándwiches, nachos y se queda detrás de la barra vigilando y sirviendo copas.
Es la hora. Empieza una fiesta sexual al estilo de la película Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick, pero no es en una lujosa mansión, sino en un improvisado salón del centro de Madrid. Tampoco se encuentran Tom Cruise ni Nicole Kidman, pero la luz tenue del flexo del techo hace disparar la imaginación durante cuatro horas en las que los cinco hombres realizan todo tipo de posturas sexuales con las tres chicas.
María Victoria Ramírez es psicóloga y sexóloga de la asociación Lasexologia.com. Dice que uno de los motivos por los que veinteañeros pagan para participar en las orgías es «el deseo de vivir una experiencia erótica que consideran atractiva, la facilidad percibida en este tipo de eventos para mantener relaciones sexuales que en otro tipo de ambientes se consideran más complicadas, y, tal vez, la timidez o las dificultades para mantener relaciones sexuales en un entorno distinto».
La sexóloga enfatiza que en este tipo de eventos es importante cuidar la salud propia y ajena. «Un hombre de 20 años sin dificultades de erección no debería consumir Viagra. Y, mucho menos, mezclarla con alcohol. Además, es fundamental que si se mantienen relaciones coitales o de penetración, hacerlo siempre con preservativo, protegiéndose también en el sexo oral. Esto evitaría una consecuencia no deseada de este tipo de fiestas».
Acaba la orgía. Los ocho participantes se marchan a sus casas, extenuados y satisfechos. Antonio, Alejandro y Marco recogen el salón y se reparten los 240 euros. El libro de Bukowski vuelve a su sitio.
Para el escritor estadounidense, una orgía era el lugar más solitario del mundo. Para Antonio, una orgía es dinero. Este joven canario de 22 años estudia una ingeniería en Madrid junto a Alejandro, uno de sus dos compañeros de piso. Vive con ellos Marco, italiano de 24 años que terminó Medicina este año y que se está preparando para presentarse al MIR. Los tres organizan cada martes y jueves una orgía en su casa. Y cobran por ello.
A las 17.00 h. empiezan a recoger el amplio salón con barra americana que tienen con vistas a toda la zona de Argüelles. Viven en un piso alquilado, donde esperan a que lleguen en tres horas las ocho personas que van a participar en la orgía de hoy. Tres chicas y cinco chicos. Antonio explica que lo máximo que han tenido son 12 personas. «Aquí caben todos bien. Ahora ponemos los sofás en las esquinas y cubrimos el suelo con colchonetas y cojines», dice el joven, que desde hace un año y medio organiza estas orgías junto a sus compañeros de piso, por las que cobran 30 euros a cada persona.
«Vimos una noticia en Estados Unidos de unos chavales que montaban orgías en su casa. Empezamos hace tres años quedando con chicas de nuestra universidad. Pero cada vez más personas nos decían que querían participar y se nos ocurrió la idea de sacar algo de dinero con esto», cuentan los chicos.
Negocio redondo
Desde que empezaron a cobrar, ellos ya no participan en las orgías. Son los anfitriones, se encargan de recibir a sus invitados y darles todo lo que necesiten. «En la barra ponemos botellas de alcohol, refrescos y cosas para picar por si les entra hambre. Es un servicio completo», bromean.Saben que es un negocio redondo. Algunos meses se han llegado a sacar hasta 3.000 euros, con lo que pagan el alquiler (1.300 euros) y lo que sobra se lo reparten.
La mayoría de sus clientes son jóvenes, algunos compañeros de Universidad, con ganas de vivir una nueva experiencia. «Cada vez nos llama más gente y muchos repiten varias veces. Les atrae la idea de probar algo nuevo y divertido. A los que son muy mayores o tienen mala pinta les rechazamos. Nos preocupa que se pueda enterar nuestra casera, que es una mujer mayor y no sabe lo que hacemos».
Para contactar con ellos se puede hacer a través de internet, o en un paseo por Ciudad Universitaria, donde el boca-oreja es su mejor forma de captar futuros orgiásticos.
A las 20.00 h. empiezan a llegar los clientes. Ninguno pasa de 30 años. Entre ellos está Nadia, estudiante de 25 años que acude a su quinta orgía. «El sexo en grupo siempre me ha atraído bastante. Ya había pensado alguna vez acudir a algún local de intercambio, pero me enteré de esto en la Universidad y no lo dudé. La gente aquí es joven, guapa y muy respetuosa», afirma la joven, que no quiere ponerse el antifaz que le dan a la entrada para quien quiera más intimidad.
Los ocho participantes se sientan en círculo en las colchonetas. Antonio y Alejandro les explican las normas. «Se puede hacer de todo, siempre y cuando respetéis a la otra persona. Y solo se puede practicar el sexo en el salón».
Marco, el italiano, prepara en la barra varios gin tonics, mojitos y chupitos de Mamajuana, un conocido licor de República Dominicana que tiene fama de estimular sexualmente. También deja preparados platos con tortilla, sándwiches, nachos y se queda detrás de la barra vigilando y sirviendo copas.
Condones y pop 'indie'
Antes de irse a sus habitaciones, sus compañeros canarios dejan un baúl lleno de condones en una esquina del salón y ponen a medio volumen una selección variada de música indie. También dejan en una pequeña mesa una caja roja. Es Furumbao, un potenciador sexual que se vende por internet como una Viagra natural, y que la Agencia Española de Medicamentos lo ha declarado peligroso para la salud por contener una sustancia farmacológica.Es la hora. Empieza una fiesta sexual al estilo de la película Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick, pero no es en una lujosa mansión, sino en un improvisado salón del centro de Madrid. Tampoco se encuentran Tom Cruise ni Nicole Kidman, pero la luz tenue del flexo del techo hace disparar la imaginación durante cuatro horas en las que los cinco hombres realizan todo tipo de posturas sexuales con las tres chicas.
María Victoria Ramírez es psicóloga y sexóloga de la asociación Lasexologia.com. Dice que uno de los motivos por los que veinteañeros pagan para participar en las orgías es «el deseo de vivir una experiencia erótica que consideran atractiva, la facilidad percibida en este tipo de eventos para mantener relaciones sexuales que en otro tipo de ambientes se consideran más complicadas, y, tal vez, la timidez o las dificultades para mantener relaciones sexuales en un entorno distinto».
La sexóloga enfatiza que en este tipo de eventos es importante cuidar la salud propia y ajena. «Un hombre de 20 años sin dificultades de erección no debería consumir Viagra. Y, mucho menos, mezclarla con alcohol. Además, es fundamental que si se mantienen relaciones coitales o de penetración, hacerlo siempre con preservativo, protegiéndose también en el sexo oral. Esto evitaría una consecuencia no deseada de este tipo de fiestas».
Acaba la orgía. Los ocho participantes se marchan a sus casas, extenuados y satisfechos. Antonio, Alejandro y Marco recogen el salón y se reparten los 240 euros. El libro de Bukowski vuelve a su sitio.
http://www.elmundo.es/madrid/2015/08/16/55d0fe7eca4741e84f8b4597.html
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