El triste ocaso de Lina Morgan
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Es su tercer ingreso hospitalario en cinco meses
El lunes España contuvo la respiración. Lina Morgan, de 76 años,
estaba ingresada en la UCI por una neumonía. Llevaba ya una semana en el
Hospital Beata María Ana, pero la noticia se mantenía en secreto. El
mismo secretismo que se guardó en sus anteriores ingresos hospitalarios.
Este es el tercero en cinco meses. Al cierre de esta edición, la
artista continúa ingresada en la UCI. Según su hombre de confianza,
Daniel Pontes, ha experimentado una leve mejoría dentro de la
gravedad de su estado. Ya se ha encontrado la bactería que habría
provocado su infección y podrán empezar a tratarla.
Esta explicación no ha convencido a algunos de sus íntimos, que rumian entre dientes otros males. «No es normal. ¿Una bacteria le ha causado un enfisema pulmonar? No es normal». Alguno incluso desliza la palabra cáncer. Sin embargo, la propia actriz dijo a LOC en una entrevista exclusiva este octubre que se encontraba bien. «No tengo nada que ocultar. [...] Lo que me pasa es que me está costando mucho superar la muerte de mi hermana Julia». Efectivamente su hermana mayor, quien vivía con ella e incluso compartían cuarto, falleció la pasada Nochebuena sumiendo a Lina en una profunda depresión. La semana antes de que la ingresaran falleció también su íntima amiga Amparo Rivelles, con la que hablaba una vez a la semana por teléfono.
Golpeada por la enfermedad y la ausencia de sus seres queridos, la irrepetible artista vive en el ocaso sus momentos más duros. La Casa Real ha enviado un telegrama al hospital mostrándole su apoyo. Ella, que congregaba audiencias de ocho millones de espectadores con Hostal Royal Manzanares (ahora, un fenómeno como El tiempo entre costuras no llega a los seis millones), ha querido alejarse de su público y sus amigos.
La única persona que está permanentemente en contacto con ella es Pontes, quien empezó como chófer a su servicio hace 20 años y ha terminado ejerciendo de secretario, gestor y familia. Incluso su mujer trabaja para Lina como interna. «Parece que sus amigos ya no contamos. Lo controla todo él», se queja gente de su círculo que le acusan de sobreprotegerla.
Un sobrino con el que apenas ha tenido trato fue a verla al hospital. Sin embargo, no le dejaron entrar
Un sobrino de la artista acudió al hospital esta semana para visitar a
su tía pero se le negó el acceso.«Aquí sólo hemos pasado a verla los
que nos consideramos su familia, con carnet, ¿eh?», ha explicado Pontes a
LOC. Este inesperado familiar es descendiente de los hermanos mayores
de la vedette, Emilio y Julio, ambos se marcharon pronto de una casa «en
la que faltaba de todo menos cariño», según contaba la propia Lina. Se
casaron pronto y dejaron a la pequeña Ángeles López Segovia (nombre de
pila de la actriz) en el humilde piso de la calle Don Pedro, sin saber
que el teatro a la vuelta de la esquina, La Latina, sería algún día
suyo.
En 2011 lo vendió por 7,5 millones de euros. El productor Jesús Cimarro tuvo que invitarla a más de 50 cenas (con champán) para que la protagonista de La tonta del bote se deshiciera de su querido teatro. La artista había adquirido este templo de la revista a Colsada matándose a trabajar. «Lina hacía burradas como salir a bailar sangrando porque había pisado un clavo del escenario», recordaba Joaquin Kremel. Le costó 11 años de funciones dobles pero este teatro es la base de su boyante patrimonio.
Cada vez que tenía un estreno de éxito, su hermano José Luis le regalaba la mejor joya que encontraba
Además la vedette atesora dos importantes colecciones: por una lado, sus magníficos abrigos de pieles y por otro sus joyas. «Cada
vez que Lina estrenaba un éxito, y fueron muchos, su hermano José Luis
le regalaba la mejor joya que encontraba en Madrid. Tenía un
gran gusto y no le importaba el precio...», dice un amigo. Así logró la
que Luis María Ansón calificó una vez como la primera colección de joyas
de España. Sí, por encima de los baberos de Sara Montiel. Hace un tiempo la artista pensó en deshacerse de algunos de estos recuerdos de varios kilates y no pudo. «El joyero le dijo que actualmente no tenían clientes que pudieran permitirse esas joyas».
Sumado todo, su fortuna superaría los nueve millones de euros. Un dinero que,quizás explique la visita al hospital del inesperado sobrino, con el que la artista no había tenido apenas trato ya que sus hermanos «Julio y Emilio eran bastante más mayores. Se marcharon cuando ella era una niña, hicieron su vida, dejaron a la familia y no se trataban», explica un antiguo colaborador.
Esta desconocida rama familiar es ahora la heredera de la legítima de la actriz ya que ella no ha tenido hijos. De hecho, no se le han conocido pretendientes. «En mi vida he querido y me han querido», es lo único que ha dicho sobre su vida privada. Su hermano pequeño José Luis fue el niño de sus ojos. «Era mi hijo, mi padre, casi mi novio, era la mano en la espalda para que yo no tropezara». Ni él, fallecido en 1996, ni su hermana mayor, Julia, llegaron a casarse.
La legítima sería sólo una tercera parte de la herencia, el resto, según su entorno, iría a manos de Pontes, a quien ahora molesta que las revistas se refieran a él como «el chófer de la actriz». Desde que su anterior gestor, Ángel García, la traicionase, él ha sido quien se ha encargado de sus asuntos y ha ejercido de familia.
En el legado de esta artista, tremendamente generosa, también habrá importantes donaciones para la iglesia de Jesús, el Pobre, situada detrás de su casa natal («ella pagó practicamente su restauración», desliza un amigo) y para Mensajeros de la paz, la ONG del padre Ángel, de la que es madrina. «Es una persona muy solidaria con todos. Sonriente y que siempre tiene una sonrisa para los demás. A nosotros nos ha ayudado mucho igual que a gente de la calle o sus trabajadores», dice el párroco. De hecho, en los 70, cuando sus revistas Sí al amor o Vaya par de gemelas tenían colas kilométricas, Lina dedicaba un día a la semana a recibir a sus admiradores y la gente le llevaba a La Latina muchos regalos, flores y productos típicos del pueblo, como quesos. Ella tenía a la vuelta de la esquina una furgoneta para cargarla con estos presentes y repartirlos por los hospitales de Madrid. A pesar de su éxito, nunca ha olvidado aquellos años de carestía en los que siendo una niña recogía cartones y botellas para ayudar a la economía familiar.
Ese es el deseo de todo su público. Protagonista de más 70 revistas, nadie ha podido recoger su testigo. Con 13 años empezó una carrera brillante que la llevó a batir todos los récords de taquilla teatral. Con un movimiento de sus piernas de goma, hacía que el patio de butacas se viniera abajo. El crítico Haro Tecglen la definió como un dibujo animado de Disney, Cantinflas se declaró su admirador y con Marcello Mastroiani bailó el tango más divertido de la televisión. Incluso, el propio JoséMaríaAznar, siempre tan parco en elogios, le dijo que deseaba su poder de convocatoria. En definitiva, una artista irrepetible.
Esta explicación no ha convencido a algunos de sus íntimos, que rumian entre dientes otros males. «No es normal. ¿Una bacteria le ha causado un enfisema pulmonar? No es normal». Alguno incluso desliza la palabra cáncer. Sin embargo, la propia actriz dijo a LOC en una entrevista exclusiva este octubre que se encontraba bien. «No tengo nada que ocultar. [...] Lo que me pasa es que me está costando mucho superar la muerte de mi hermana Julia». Efectivamente su hermana mayor, quien vivía con ella e incluso compartían cuarto, falleció la pasada Nochebuena sumiendo a Lina en una profunda depresión. La semana antes de que la ingresaran falleció también su íntima amiga Amparo Rivelles, con la que hablaba una vez a la semana por teléfono.
Golpeada por la enfermedad y la ausencia de sus seres queridos, la irrepetible artista vive en el ocaso sus momentos más duros. La Casa Real ha enviado un telegrama al hospital mostrándole su apoyo. Ella, que congregaba audiencias de ocho millones de espectadores con Hostal Royal Manzanares (ahora, un fenómeno como El tiempo entre costuras no llega a los seis millones), ha querido alejarse de su público y sus amigos.
La única persona que está permanentemente en contacto con ella es Pontes, quien empezó como chófer a su servicio hace 20 años y ha terminado ejerciendo de secretario, gestor y familia. Incluso su mujer trabaja para Lina como interna. «Parece que sus amigos ya no contamos. Lo controla todo él», se queja gente de su círculo que le acusan de sobreprotegerla.
Lina Morgan junto a su hombre de confianza antes de ingresar en el HospitalG3
En 2011 lo vendió por 7,5 millones de euros. El productor Jesús Cimarro tuvo que invitarla a más de 50 cenas (con champán) para que la protagonista de La tonta del bote se deshiciera de su querido teatro. La artista había adquirido este templo de la revista a Colsada matándose a trabajar. «Lina hacía burradas como salir a bailar sangrando porque había pisado un clavo del escenario», recordaba Joaquin Kremel. Le costó 11 años de funciones dobles pero este teatro es la base de su boyante patrimonio.
Una fortuna en joyas
En los últimos años Lina se ha deshecho también de tres empresas de las que era administradora, dos dedicadas al espectáculo y la otra, Telasa S.L., tenía como objeto el alquiler de pisos. Según el resgistro de la propiedad, su único inmueble actual es el elegante piso de 290 metros cuadrados en el que reside. Ubicado junto al Retiro (es vecina de la Infanta Elena), su valor estaría en torno a 1.200.000 de euros, pese al momento bajo del mercado.
Lina Morgan junto a su hermano pequeño José LuisEFE
Sumado todo, su fortuna superaría los nueve millones de euros. Un dinero que,quizás explique la visita al hospital del inesperado sobrino, con el que la artista no había tenido apenas trato ya que sus hermanos «Julio y Emilio eran bastante más mayores. Se marcharon cuando ella era una niña, hicieron su vida, dejaron a la familia y no se trataban», explica un antiguo colaborador.
Esta desconocida rama familiar es ahora la heredera de la legítima de la actriz ya que ella no ha tenido hijos. De hecho, no se le han conocido pretendientes. «En mi vida he querido y me han querido», es lo único que ha dicho sobre su vida privada. Su hermano pequeño José Luis fue el niño de sus ojos. «Era mi hijo, mi padre, casi mi novio, era la mano en la espalda para que yo no tropezara». Ni él, fallecido en 1996, ni su hermana mayor, Julia, llegaron a casarse.
La legítima sería sólo una tercera parte de la herencia, el resto, según su entorno, iría a manos de Pontes, a quien ahora molesta que las revistas se refieran a él como «el chófer de la actriz». Desde que su anterior gestor, Ángel García, la traicionase, él ha sido quien se ha encargado de sus asuntos y ha ejercido de familia.
En el legado de esta artista, tremendamente generosa, también habrá importantes donaciones para la iglesia de Jesús, el Pobre, situada detrás de su casa natal («ella pagó practicamente su restauración», desliza un amigo) y para Mensajeros de la paz, la ONG del padre Ángel, de la que es madrina. «Es una persona muy solidaria con todos. Sonriente y que siempre tiene una sonrisa para los demás. A nosotros nos ha ayudado mucho igual que a gente de la calle o sus trabajadores», dice el párroco. De hecho, en los 70, cuando sus revistas Sí al amor o Vaya par de gemelas tenían colas kilométricas, Lina dedicaba un día a la semana a recibir a sus admiradores y la gente le llevaba a La Latina muchos regalos, flores y productos típicos del pueblo, como quesos. Ella tenía a la vuelta de la esquina una furgoneta para cargarla con estos presentes y repartirlos por los hospitales de Madrid. A pesar de su éxito, nunca ha olvidado aquellos años de carestía en los que siendo una niña recogía cartones y botellas para ayudar a la economía familiar.
Su palco
Además del patrimonio anteriormente expuesto, la actriz ostenta otra posesión de gran valor sentimental. En La Latina, la actriz mantiene por contrato su palco y el que fuera el despacho de su hermano José Luis. Cuando se encuentra con ánimo, acude a los estrenos. Al último, el de The Hole 2, no fue por no sentirse bien. Jesús Cimarro, actual dueño del teatro, cuenta que no tiene nada pensado para estos espacios. «Mientras Lina esté con nosotros es suyo, para su uso y disfrute. No quiero pensar en homenajes todavía. Lo que quiero es que se ponga bien y venga a ver el show», cuenta.Ese es el deseo de todo su público. Protagonista de más 70 revistas, nadie ha podido recoger su testigo. Con 13 años empezó una carrera brillante que la llevó a batir todos los récords de taquilla teatral. Con un movimiento de sus piernas de goma, hacía que el patio de butacas se viniera abajo. El crítico Haro Tecglen la definió como un dibujo animado de Disney, Cantinflas se declaró su admirador y con Marcello Mastroiani bailó el tango más divertido de la televisión. Incluso, el propio JoséMaríaAznar, siempre tan parco en elogios, le dijo que deseaba su poder de convocatoria. En definitiva, una artista irrepetible.
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