¿Ponerse en forma con electricidad?
Como una moda más, y como un gran fenómeno comercial a
explotar, la electroestimulación ha vuelto a nuestras vidas para mejorar
el aspecto y la salud: garantiza desde perder peso y conseguir un
cuerpazo de músculos definidos y libres de grasa, hasta controlar la
hipertensión. Y todo en muy poco tiempo –unos 20 minutos a la semana– y
apenas sin esfuerzo. Un sueño largamente perseguido. Este tipo de
promesas podría no suponer mayor novedad en un campo especialmente ágil
en vender las últimas invenciones. ¿Qué tiene de diferente este caso? El despliegue de marketing
que se ha puesto en marcha (casi) convence. Asegura que no hay nada
comparable, que es un procedimiento saludable y que no tiene apenas
contraindicaciones por lo que puede hacerlo todo el mundo. ¿Demasiado bonito para ser verdad?
Tiene todos los elementos necesarios para triunfar. Primero porque está basado en un caso de éxito
que cumple más de 50 años en el mercado. “Tiene su origen en la EMS
(electroestimulación local), y se viene practicando asiduamente desde
los años sesenta. Lo aplican los fisioterapeutas que, según los
objetivos que se persiguen, colocan electrodos o pinchan agujas sobre
los músculos que quieren estimular. Sus indicaciones son variadas: desde
potenciar la fuerza hasta reducir los dolores, pasando por programas
para relajar o mejorar la circulación y el tono muscular. En cualquier
caso se trabajan zonas muy concretas y con participación voluntaria o
involuntaria de musculatura”, asegura Marcos Flórez, entrenador y
director de la agencia de entrenadores a domicilio Estarenforma.com.
Segundo, porque trabaja contra la voluntad (obliga a mover músculos sin que lo haya que ordenarlo) y contra la pereza: quién puede
resistirse a una sesión de 20 minutos a la semana (incluso a domicilio)
en la que no tiene que hacer nada, o casi. Aunque según sus promotores
el objetivo original era conseguir un trabajo muscular con participación
involuntaria de la musculatura, ahora aconsejan combinar este nuevo
sistema con la colaboración voluntaria del participante para potenciar
sus efectos: ejercicio físico al uso mientras se recibe la corriente.
Por último, porque amplía su zona de actuación añadiendo
más electrodos. Lo que durante años se comercializó como un sistema de
fortalecimiento localizado (brazos, glúteos o abdomen), y que podía
utilizarse en el sofá mientras nos relajábamos viendo la televisión o
leyendo un libro (complicado por las dificultades que presenta pasar
páginas o sujetar el ejemplar mientras bíceps y tríceps sufren
espasmos), hoy ha evolucionado para poner el mundo de la actividad
física patas arriba. Lo presentan como la electroestimulación con
chaleco o electrofitness. “Se llama WB-EMS (en sus siglas en
inglés) pero también se conoce como biotraje. Se dirige al cuerpo
completo y es básicamente una especie de armadura-chaleco equipado con
varios electrodos. Los puntos de aplicación de la corriente eléctrica se
distribuyen tanto la parte anterior del tronco como la posterior y
puede extenderse a brazos, piernas y caderas con los accesorios
correspondientes”, explica Flórez. Es decir, en vez de estimular grupos
musculares aislados, realiza descargas por los cuatro costados. Ante
esto, es comprensible que muchos no duden ni un segundo de su eficacia.
Pero no todos.
Su inocuidad en tela de juicio
Nicola Maffiuletti,
doctor especialista en fisiología muscular, es uno de los mayores
expertos mundiales en electroestimulación, campo en el que lleva
investigando durante los últimos 15 años. Su opinión sobre el biotraje
ofrece pocas dudas: "El beneficio que aporta la electroestimulación con
chaleco no compensa los riesgos que presenta". Entre los órganos que se
pueden ver afectados cita los riñones y el corazón, además de la
capacidad neurológica motora y la pérdida de eficacia en el
entrenamiento deportivo.
El beneficio que aporta la electroestimulación con chaleco no compensa los riesgos que presenta
Doctor Nicola Maffiuletti
Las marcas que lo comercializan no recomiendan su uso a
personas con epilepsia, marcapasos, problemas de circulación, hernias de
abdomen, perturbaciones neurológicas, tendencia a sangrar, irritaciones
en la piel o enfermedades que afectan al metabolismo muscular como la
diabetes.
Y según advierte el doctor Prieto pocos son los clientes que
son informados de estas limitaciones antes de comenzar. Pero también
puede afectar a personas con buena salud si no se aplica en la dosis
justa de energía. “Con el chaleco no podemos controlar la intensidad
real de la contracción muscular. Si la dosis es insuficiente, la mejora
que se le supone respecto al ejercicio convencional es inexistente por
lo que quedarte en casa aporta beneficios similares a precios más
económicos”, ironiza Maffiuletti. Fuera de bromas advierte: “Si el
estímulo llega sobrepasado a demasiados músculos puede originar lesiones
y dolor y, en el peor de los casos, rabdomiólisis”.
Este daño colateral, que ha llegado a afectar incluso a
deportistas de alto rendimiento habituados al trabajo intenso, “supone
una gran destrucción de tejido muscular que puede producir fracaso renal
agudo. Además, esta práctica también libera una gran cantidad de
potasio con el consiguiente riesgo de arritmias y fallo cardíaco. No es
una banalidad y, por tanto, no podemos contemplar como inocua una
actividad que puede no serlo”, precisa Isidro Prieto del Portillo,
especialista en Medicina Intensiva del Hospital Doce de Octubre de
Madrid. Eduardo Burdiel,
entrenador del Club de Campo de Madrid, revela que una práctica
extendida en las sesiones de prueba de electroestimulación con chaleco
es provocar unas agujetas importantes para demostrar su eficacia. Este
entrenador explica que “lograr que los alumnos se vayan con agujetas y
dolor es relativamente sencillo para cualquier entrenador de cualquier
actividad física, pero sabemos que pasarnos tiene mayor carga negativa
que positiva. Ni siquiera haciendo CrossFit (entrenamiento de
alta intensidad) se han detallado valores tan altos de daño muscular”.
Según el doctor Prieto, a altas intensidades el riesgo de producir un
daño muscular importante es muy alto: “El exceso de intensidad rompe las
fibras musculares y vuelca su contenido, una proteína llamada
mioglobina, al torrente sanguíneo. En pequeñas cantidades no supone una
amenaza para la salud, pero si destruye muchas fibras de demasiados
músculos, el volumen en sangre de esta proteína puede obstruir el
sistema excretor renal, que es la principal responsable del daño renal.
Los síntomas suelen ser fatiga, dolor muscular, fiebre y orina escasa y
de un llamativo color marrón. Si se realiza una analítica, además
encontraremos un gran aumento de otra proteína de origen muscular, la
creatina-fosfocinasa o CPK”. Los valores normales de esta proteína
suelen estar entre 130-150 unidades y en situaciones de ejercicio físico
muy intenso puede llegar a alcanzar las 10.000. “En entrenamientos con
chaleco se han hecho estudios que prueban que las cifras pueden alcanzar
hasta 280.000 en futbolistas de élite, así que imaginemos lo que puede
llegar a provocar en personas sedentarias”, precisa Burdiel. “Cada
participante debe saber qué riesgo tiene esta técnica y decidir si
quiere practicarla o no. Y tener en cuenta que, independientemente del
ejercicio, hay ciertas personas que son susceptibles de sufrir
rabdomiólisis en determinadas circunstancias”, concluye Prieto.
Sus beneficios, también en entredicho
La ciencia no se ha pronunciado aún sobre sus supuestas
ventajas. “No hay evidencia científica de que la electroestimulación sea
mejor opción que el ejercicio convencional para lograr adaptaciones
metabólicas o musculares, excepto en personas con movilidad muy reducida
como pacientes de cuidados intensivos de larga duración o con
enfermedades pulmonares obstructivas crónicas”, aclara Maffiuletti.
¿Qué dice la ciencia?
“Suena muy bien eso de poder gastar en solo 20 minutos
hasta 3.500 calorías, pero los estudios del fisiólogo Wolfgang Kemmler,
entre otros, ‘Effect of wholebody electromyostimulation on energy
expenditure during exercice’, publicado en 2012, en ‘The Journal of
Strength and Conditioning Research’, prueban que
solo se gastan un 20% de calorías más respecto al mismo ejercicio sin
chaleco. Teniendo en cuenta que las sesiones vienen a ser de 20 minutos,
una sin chaleco de 24 minutos iguala esa ventaja y sin los riesgos del
chaleco”, según Eduardo Burdiel.
Sobre las contradicciones en los resultados de algunas
investigaciones, Lucas Leal, director de Protainingcenter. es, afirma:
“En un estudio podemos demostrar casi todo lo que queramos. Hay que ser
muy cauto en su lectura e interpretaciones y, sobre todo, ser
profesionales y honestos a la hora de realizarlos”.
La criba sobre estudios que presentó Azael J. Herrero,
profesor de la Universidad Europea de Valladolid, en el Simposio de
Entrenamiento de Fuerza de la Universidad Politécnica de Madrid, en
diciembre, concluye que de los 67 estudios publicados sobre
electroestimulación con chaleco, solo 11 pueden ser considerados
realmente estudios, eliminando otros duplicados y de bajo impacto
quemostraban datos radicalmente diferentes, aclara Burdiel, asistente a
dicho congreso.
Los trabajos hay que leerlos completos,advierte. “En un
estudio de Kemmler, leyendo solo el abstracto (resumen objetivo al
inicio, sin interpretar) parece apabullante la ventaja de usar chaleco.
Pero, al leerlo completo encontramos que tanto el grupo de
control como el del estudio realizan las mismas actividades deportivas
semanales, pero al grupo del estudio le añaden dos sesiones semanales
con chaleco, es decir, 40 minutos más de trabajo. El resultado fue que
en el grupo de estudio el metabolismo basal mejoró, pero solo gastando
24 calorías al día frente al grupo de control. Apenas había diferencia
en la pérdida de peso ni en la reducción del porcentaje de grasa
corporal. Eso sí, mejoró la fuerza isométrica (la fuerza muscular sin
movimiento de la articulación) máxima en un 10%”.
Otro estudio publicado en ‘Clinical Journal of Sports
Medicine’, en 2014, desaconseja el uso del chaleco en principiantes y
que no se practique como única actividad debido al daño muscular que
ocasiona. Tal vez por esto, la agencia norteamericana FDA –bastante más
permisiva que la europea a la hora de aprobar alguna novedad que afecte a
la salud- y la IAD australiana no permiten la venta de las máquinas de
electroestimulación con chaleco en sus países.
La publicidad de los biotrajes destaca entre sus efectos
positivos “la activación simultánea de 300 músculos”. No deje que su
mente traduzca una cifra elevada de músculos en movimiento como algo
positivo. “No todo lo que parece funcional lo es realmente. Activar lo
que no está activo puede parecer una mejora en gasto energético, pero
neurológicamente puede suponer una pérdida. Mejorar zonas débiles
requiere trabajarlas de forma muy específica, porque si no se puede
agudizar esa debilidad. Sabemos que un tenista o un jugador de béisbol,
que repite sus movimientos de juego en el gimnasio con pesas y poleas,
pierde control motor y fuerza debido precisamente a la diferencia el
entorno“, avanza Alberto Torres, licenciado en Ciencias de la Actividad
Física y activador muscular.
Esta supuesta bondad, además, puede tener consecuencias
neurológicas y biomecánicas negativas ya que ambas están íntimamente
relacionadas. “En cualquier acción, el sistema nervioso toma una
respuesta motora determinada en base a los estímulos que la rodean y la
experiencia previa. Y en cada movimiento hay una participación
determinada de cada uno de los músculos: unos colaboran y otros
permanecen fuera de juego. Cuando hacemos un movimiento diferente, esa
experiencia influye en las siguientes por lo que activar músculos que
suelen (y deben) estar en reposo solo logra cambiar patrones motores
para poder llevar a cabo la acción”, explica Ricky Martínez Toural, uno
de los fundadores de Neuromecanica.com
y especializado en Alto Rendimiento. Por si fuera poco, esto hace que
las articulaciones también sufran. “Un cuerpo que funciona
neuromuscularmente bien, busca hacer siempre lo mismo: activar o relajar
fibras musculares en secuencias adecuadas para cambiar el estrés
articular y evitar desgaste. Si se activan desde fuera sin ton ni son, o
todas a la vez como ocurre en la electroestimulación con chaleco, es
muy probable que haya un desgaste articular innecesario porque no se
producen esos pequeños cambios de activación. Esta anomalía funcional
puede derivar en un exceso de degeneración articular”, añade Torres.
Los anuncios de las franquicias de la técnica con biotraje
también prometen un sueño que para muchos equivale a tocar el cielo:
perder grasa localizada o celulitis. Salvador Amat, responsable de
formación de la marca de electroestimuladores Compex, la marca suiza con
mayor reconocimiento internacional, es contundente: “Si hay algo que la
electroestimulación de ningún modo hace es precisamente eso, reducir la
grasa y celulitis”.
En boca de todos
No debería pasar del ámbito de la fisioterapia y la recuperación de lesiones, siempre utilizada como medio para culminar un proceso, no para activar cosas que no deberían estarlo
Bernardo González, especialista en rendimiento deportivo de golf
Bernardo González, especialista en rendimiento deportivo
de golf, opina que la electroestimulación “no debería pasar del ámbito
de la fisioterapia y la recuperación de lesiones, siempre utilizada como
medio para culminar un proceso, no para activar cosas que no deberían
estarlo”. González cuenta una experiencia propia: “En 2013 asistí a una
sesión de formación de una franquicia puntera de esta nueva técnica. Las
afirmaciones incoherentes eran constates, como que la
electroestimulación integral con chaleco no produce carga articular. No
hay que ser un lumbrera para saber que una vez se produce tensión en un
músculo o grupo muscular la carga articular depende directamente de la
tensión que ejerzan estos a la hora de moverla o no. Ante esos juicios,
las preguntas fueron continuas y no se respondieron correctamente por lo
que decidí marcharme”. Gerson Garrosa, máster en Actividad Física y
Salud, narra otra experiencia similar. “A la que fui yo era muy
profesional, diferente a otras marcas que forman a sus profesionales
enseñándoles poco más que a ponerse el traje. Pero la mayoría de las
asombrosas afirmaciones que se lanzaron están rebatidas por la comunidad
científica internacional y allí solo fueron confirmadas por estudios propios de la marca, sin más explicación”.
En estos cursos de formación se suele mostrar cómo ajustar
un traje de talla única sin tener en cuenta las diferentes dimensiones
corporales de los participantes lo que hace muy difícil, sino imposible,
colocar cada electrodo en el lugar que se debe. Al final, la
electricidad fluye y activa la zona que puede. A diferencia de estos
chalecos, los fisioterapeutas buscan los puntos exactos de colocación en
la electroestimulación local. “Si esto no es sencillo de hacer
imaginemos con un traje de talla única en el que no se ve exactamente
donde los pones…”, comenta el entrenador Eduardo Burdiel.
En cuanto a la técnica de los ejercicios con biotraje, “en
cualquier demostración, programa de televisión, etcétera, solo hay que
ver los movimientos faltos de control, sin rangos articulares óptimos
por parte de quienes lo muestran, con lo que es difícil aprovechar al
máximo sus posibilidades”, sentencia González. Piti Pinsach,
exdeportista de competición y hoy uno de los formadores de entrenadores
con mayor reconocimiento internacional, usa la electroestimulación local
como complemento a sus entrenamientos desde hace aproximadamente 20
años. Y dice estar muy contento.
“Consigo cosas que solo con el entrenamiento tradicional
tal vez no sería posible. Pero opino que esta nueva técnica es un arma
muy potente, podría compararse al hecho de poner un bisturí en manos de
un niño. He probado la electroestimulación de cuerpo completo con
biotraje en dos ocasiones, con duraciones de entrenamiento muy
inferiores a las que recomiendan las marcas, y después estuve varios
días enfermo en la cama, con dolor generalizado y fiebre”, añade el
director de Hipopresivos.com y autor de varios libros y artículos sobre
ejercicio físico y salud.
Garrosa también relata que después de esa sesión de
formación no se encontraba bien y le impidió trabajar y entrenar de
forma regular durante varios días. Y algo parecido le sucedió a Paula
S., una estudiante de derecho, de 21 años, que prefiere mantener su
apellido en el anonimato: “Después de mi primera sesión estuve casi una
semana en la cama con un dolor de piernas como nunca había tenido y con
algo de fiebre. Pensé que solo estaba enferma. Cuando regresé a la
semana siguiente les pedí que no me lo pusiesen en las piernas porque me
seguían doliendo y resultó que estuve otra semana con dolor en toda la
espalda. Entonces me recomendaron hacer otras actividades deportivas
durante la semana y sonrieron ante mi pregunta: ‘¿pero no eran solo 20
minutos de ejercicio a la semana?”.
Nicola Maffiuletti concluye: “No tengo nada en contra de
este fenómeno comercial. Solo respondo con mis conocimientos a las
preguntas que me hacen los profesionales, nada más, no quiero
conflictos. Personalmente no aplicaría corrientes elevadas a través del
chaleco a nadie de mi familia”.
http://elpais.com/elpais/2015/07/23/buenavida/1437660732_197334.html?rel=rosEP
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