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domingo, 7 de julio de 2013

La última moda sexual en Japón puede provocar ceguera.

La última moda sexual en Japón puede provocar ceguera.

Tienen algunas más sanas, como ver fotos de "lolitas" lamiendo puertas o comprar bragas usadas. Cuanto más sucias, más caras

"Burusera". El negocio de la ropa interior usada está en auge en Japón. Colegialas en busca de dinero "extra" ponen a la venta sus bragas usadas -hasta cien euros por las más sucias- y los más depravados se dejan la guita en internet. También se venden sujetadores, uniformes y hasta saliva..

"Pantsu Getta". Es una modalidad del "burusera". La "lolita" en cuestión esconde el "tesoro" en un punto de la ciudad y varios "exploradores" buscan el premio por las calles siguiendo las pistas de la directora de "operaciones" a través de un foro..

"Neko cafés". Locales muy de moda entre los solteros para recibir afecto y cariño de gatos "de alquiler"..

No es parte del guión de un manga. Cuando se ha dejado atrás el sushi, el nigiri y los tatakis, y el sake empieza a hacer efecto, las caricias en la nuca, el roce de las manos e incluso el clásico y certero beso en los labios parecen haberse quedado obsoletos. Al menos en Japón, un país de contrastes en el que está mal visto besarse en público y donde se ha puesto de moda en los últimos tiempos un peligroso juego erótico que, a este lado del mundo, produce más repelús que ganas de meterse en faena: lamerse los globos oculares. La práctica conocida como "oculolinctus" triunfa entre los jóvenes nipones. Uno de cada tres reconoce haber lamido córneas alguna vez en su vida mientras aquí los jóvenes siguen reconociendo si han hecho o no botellón. Los que han sentido el chupetón en sus propios iris afirman que proporciona una sensación tan agradable «como darse un beso de tornillo».

Lo que empezó siendo casi un síntoma de la perversión sexual de los emos japoneses, una tribu urbana con raíces "punk", ya se ha convertido en una plaga en los institutos, donde cada vez llegan más alumnos con parches en los ojos. Los oftalmólogos japoneses han alertado del ingente aumento de pacientes con graves infecciones y heridas oculares. La lengua, por si usted se anima a probar, es una de las partes del cuerpo que más bacterias contiene y la saliva transporta potentes abrasivos que, en contacto con el ojo, pueden provocar «incluso la ceguera», advierten los médicos.

Pero el "oculolinctus" solo es la última rareza de moda en una sociedad acostumbrada desde hace años a transitar por los caminos más recónditos e inverosímiles del sexo. Ese que han dejado de practicar entre el 60 y el 70% de las parejas niponas de más de 40 años, según algunas estadísticas que confirman que Japón ostenta el récord mundial de abstinencia... en pareja. Porque la industria del porno y la prostitución van viento en popa. Es frecuente que el varón suelte un "mendokusai" (estoy cansado) cuando la mujer pide cuentas. Aunque también es probable que ese mismo varón se haya puesto ciego en internet viendo a colegialas chupando pomos de puertas -otro de los últimos gritos- o buscando por los parques de Tokio las bragas más usadas de entre las miles de jovencitas que buscan ingresos "extra" con los que vestir a la última en moda y presumir de cacharros tecnológicos.

Costumbres tan poco edificantes como el "tampodka" -impregnar un tampón con vodka y metérselo en la vagina para emborracharse más rápido- o el "eyeballing" -beber alcohol a través de los ojos- parecen haberse quedado obsoletas. Ahora lo que chuta es el "burusera" uno de los negocios más lucrativos en Japón. Ellas guardan su ropa interior usada en cajitas -también valen uniformes o incluso saliva- y ellos pagan lo que sea por el cofre del tesoro. No solo en la Red. Estos artículos ya se venden en kioskos y papelerías junto a revistas eróticas. A la vista de todos. Por si no fuera suficiente, algunas colegialas ofrecen el "enjo kosai": citas con hombres maduros para tener sexo o, simplemente, pasear de la mano por el metro y decirse "hanii" (cariño, en japonés).

Gincana de bragas

El "burusera" tiene una variante aún más peculiar: el "pantsu getta". Algo así como una gincana de bragas usadas. En vez de cobrar directamente por su ropa interior -cuanto más sucia, más cotizada-, la chica decide esconder la "joya" en un punto de la ciudad. Entonces, los aspirantes se ponen a seguir el rastro de la prenda a partir de las pistas que va ofreciendo la "cenicienta" de la historia a través de un foro. No se crea que es una cosa de locos. El jueguecito está arrasando.

Llama la atención que, por un lado, los jóvenes nipones no puedan ver una escena de sexo con penetración o una cara de placer en una película porno -está prohibido- y sin embargo ojeen sin problemas los manga "eroguro" de Shintaro Kago, que mezclan sexo y litros de sangre.

Este modo de concebir las cosas ha hecho que en Japón proliferen locales de alterne de todo tipo. Desde los que solo ofrecen muñecas hinchables, a los "Neko cafés", donde los solteros buscan el contacto y el afecto que les proporcionan gatos por horas. Aquí el principal riesgo solo radica en sobrepasarse con el minino.


http://www.elcorreo.com/vizcaya/20130707/mas-actualidad/sociedad/chupame-cornea-hanii-201307051211.html

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