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sábado, 1 de septiembre de 2012

Grupos de religiosos crean una empresa sociolaboral para vender productos ecológicos La nueva empresa se llama Verdallar SL y en ella trabajan sobre todo inmigrantes en riesgo de exclusión social que eran atendidos por la Fundación Benallar

Grupos de religiosos crean una empresa sociolaboral para vender productos ecológicos La nueva empresa se llama Verdallar SL y en ella trabajan sobre todo inmigrantes en riesgo de exclusión social que eran atendidos por la Fundación Benallar
Varias congregaciones religiosas católicas se han unido en Barcelona para crear una nueva empresa de reinserción sociolaboral dedicada a la venta de productos ecológicos, en la que trabajan sobre todo inmigrantes en riesgo de exclusión social que eran atendidos por la Fundación Benallar.
 La nueva empresa se llama Verdallar SL, no tiene ánimo de lucro, y se dedica íntegramente a la venta y distribución de productos alimentarios ecológicos.
La nueva empresa ha nacido al cumplirse el décimo aniversario de la Fundación Banallar, que está dirigida actualmente por la monja teresiana Anna Royo y que se creó en el año 2002 para acoger y atender a inmigrantes, con la participación de 39 congregaciones religiosas de Catalunya.
 Los objetivos de Verdallar SL son, por un lado, la reinserción sociolaboral de personas en riesgo de exclusión social afectadas por la crisis económica y, por otro, la promoción y difusión del eco-desarrollo, la ecología, la economía social y las energías limpias como una forma de vida y de trabajo, según explican en su página web.
 Precisamente desde su página web,
www.verdallar.com, los clientes pueden comprar cestos de fruta, de verdura, de productos variados, además de carne, huevos, aceite y vino, siempre con pesos superiores a los cinco kilos para que se pueda realizar la distribución domiciliaria.
 Para el primer pedido, la nueva empresa ofrece un descuento del 10 % del precio de los productos, un 15 % si se hacen pedidos semanales y de un 20 % si el cliente aporta uno nuevo.
 "Somos una empresa sin ánimo de lucro que trabaja para generar riqueza local, economía real, conciencia social y oportunidades para los más desfavorecidos", han explicado los responsables de la nueva empresa.
 Esta empresa apoya el modelo agrícola sostenible y compra sus productos en huertos cultivados por inmigrantes subsaharianos atendidos por la Fundación Benallar.
Esta fundación privada se creó en octubre de 2002 para "promover, canalizar y facilitar la convivencia en igualdad, en todos los ámbitos, entre las personas inmigradas y la sociedad de acogida".

Aunque inició su andadura como fundación en 2006, nació dentro de la Asociación Cintra "para la promoción de proyectos sociales y culturales", que está compuesta por 39 congregaciones religiosas que se unieron en 1996 para promover la justicia social entre los sectores más marginados de la sociedad.
 Actualmente, el patronato de la Fundación Benallar está presidido por el provincial de los franciscanos, Francesc Vilà, la vicepresidenta es la teresiana Cristina Martínez, el secretario es el provincial de La Salle Josep Martí y la tesorera la monja vedruna Montserrat Espinalt, mientras que el jesuita Josep Magrinyà es el subtesorero.
 Además de crear la empresa Verdallar, la fundación tiene otros proyectos sociales, como el de los pisos tutelados.

Actualmente, tiene alquilados 25 pisos que ofrece a familias o personas necesitadas que tengan unos recursos mínimos para poder pagar el piso y que por ser inmigrantes o carecer de papales no pueden acceder a ningún tipo de vivienda.
 Según explican los responsables de Benallar, las familias que van a vivir a estos pisos firman un "contrato interno con el proyecto" por el que se comprometen a cumplir con lo establecido en el mismo y a respetar unas normas de convivencia escritas que el proyecto cree necesarias para el buen funcionamiento de estas viviendas.
 Las familias pagan los gastos de alquiler y los suministros de luz, agua y gas y reciben un acompañamiento por parte de los voluntarios, que les visitan frecuentemente, hacen un nexo de unión con el proyecto y propician el sentido de familia.
En estos pisos viven actualmente 124 personas de 12 nacionalidades diferentes, de las que 49 son menores, y forman un total de 34 unidades familiares.
Uno de los pisos está destinado a emergencias para personas que acaban de llegar al país y no tienen todavía los recursos necesarios para moverse en esta sociedad o para personas que en un momento puntual hayan tenido algún problema urgente en el tema de la vivienda.
La estancia en este piso es por un tiempo limitado y por el mismo pasaron a lo largo del año 2011 un total de 27 personas de 18 nacionalidades diferentes.


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