DIOS ES AMOR, MEJOR CON HUMOR

domingo, 9 de septiembre de 2012

A Olvido Hormigos se le han violado muchas intimidades esta semana, y todas utilizando el sistema métrico de su masturbación.

A Olvido Hormigos se le han violado muchas intimidades esta semana, y todas utilizando el sistema métrico de su masturbación.

La primera y más grave, el destinatario. Se ha defendido mucho y muy eufóricamente el derecho de la concejala a masturbarse, pero menos el derecho a masturbarse para quien ella quiera, esté casada o no. Y aunque Olvido Hormigos dijo que el vídeo había sido para su marido, quién sabe si con la aquiescencia de él para hacerle a ella más llevadero el escándalo (hay maridos así, y están todos enamorados), la Guardia Civil se encargó de hacer público que de eso nada: el vídeo había sido enviado a un futbolista.
 La segunda, su oficio, que ha sido subrayado por el pacatismo poco menos que persignándose incluso para dar cuenta de lo que tenía en casa ("Casada y con hijos", avisó 'Abc' ya en el subtítulo).
 La tercera, el vestido verde que ella exhibió inseparable del desnudo, como si al dar por hecho el arrepentimiento hubiese que haber empezado por la ropa.
 La cuarta, pero no última, una indagación casi histórica leída en el suplemento LOC de EL MUNDO: una vecina sin identificar diciendo que la chica también tenía relaciones con otro al que llaman El Legionario, y esta frase incrustada en el artículo: "Los jueves era el día de la semana que Olvido se reservaba para tomarse un descanso de sus obligaciones familiares y relajarse".
 La masturbación de la concejala ha desempolvado viejos ritos y tics angustiosos. No ya por la reacción popular, que ésa está perdida desde los tiempos de María Magdalena, con la salvedad de que entonces al menos todos tuvieron la dignidad de no tirar una sola piedra, sino por la preocupación de contextualizar escabrosamente el delito más que por perseguirlo; interesarse por la víctima, siquiera tiernamente, mucho más que por el culpable.
 

Uno quisiera que la turba permaneciese siempre en casa agitando la cuchara sopera delante de la televisión, pero de salir siempre será mejor que vaya a la Comandancia antes que al Ayuntamiento. Claro que cierta antropología es invariable. Esa multitud que rodeó a la concejala para llamarla "puta" por masturbarse estaba hace ocho años en un pueblo gallego arropando a un alcalde condenado por tocarle las tetas a una chica de 16 años. Por ser acosada sexualmente por su jefe, Nevenka Fernández y su familia tuvieron que hacer las maletas y dejar su vida en Ponferrada.
Curioso delito sin tipificar ése de ser víctima.

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/09/09/opinion/1347173033.html

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