La batalla H5N1
Publicar o no publicar, ésa es la cuestión. Aunque no es la única que ha surgido en la 'batalla' que libran el gobierno de EEUU y las revistas 'Science' y 'Nature' en torno a los resultados de dos investigaciones que detallan cómo el virus H5N1, el de la gripe aviar, es capaz de transformarse en un patógeno que se transmite fácilmente por el aire entre mamíferos. Es decir, en el agente biológico potencialmente más letal de la historia. Varios expertos opinan esta semana sobre la mejor forma de proceder en un conflicto que ha abierto una profunda discusión en el mundo científico.
Con varios equipos científicos de todo el mundo estudiando el virus H5N1 era factible que un descubrimiento de esta índole tuviera lugar. Hace unos meses, Ron Fouchier, Ab Ostherhaus y sus colegas del Erasmus MC (Rotterdam) comprobaron que uno de sus experimentos -calificado por ellos mismos de 'realmente estúpido'- había generado un H5N1 que se transmitía a través del aire entre mamíferos. Habían creado un virus de la gripe aviar (con una mortalidad en humanos del 50%) con una capacidad de transmisión similar al de la estacional.
Presentados los hallazgos en la Conferencia Europea sobre gripe, los remitieron a 'Science' y 'Nature' para su publicación, pero el Comité Nacional de Asesoría Científica sobre Bioseguridad del Gobierno de Estados Unidos (NSABB) paralizó el proceso y recomendó a ambas cabeceras que realizaran algunos cambios en los artículos para eliminar datos sobre la metodología y los resultados. El intento de censura, que no fue muy bien acogido por los editores, ha generado un debate en el que se están cuestionando aspectos legales, procedimentales y éticos de la investigación con agentes que son una amenaza para la salud global.
En su carta, se preguntan "si es apropiado que un país domine un debate que tiene impacto sobre los científicos y las autoridades sanitarias de todo el mundo" y hasta dónde se puede extender ese 'poder' (si será el NSABB el que decida quiénes pueden acceder a los datos completos o el que diseñará las estrategias a seguir).
El problema presentado por los investigadores holandeses recibe una posible solución en otro de los escritos, firmado por John Steinbruner, director del Centro Internacional para la Seguridad de los Estudios de Maryland (EEUU). Su propuesta es clara: la regulación de estos procesos debe correr a cargo de un organismo internacional, "idealmente, la Organización Mundial de la Salud".
Además, hace hincapié en que "estas discusiones no deben estar controladas por autoridades centradas en la seguridad nacional" porque eso generaría vetos en función de la nacionalidad de los científicos, por ejemplo.
Al menos esa es la advertencia de Lynn Klotz y Ed Sylvester, del Centro para el Control y la No Proliferación de las Armas (Washington DC, EEUU), cuyos análisis "muestran que la probabilidad de un escape procedente al menos de uno de cada 42 laboratorios es del 34% en un único año". Con estas investigaciones, subrayan, "estamos creando un riesgo que es mucho mayor que el que supone la naturaleza".
Este es uno de los argumentos de los detractores de estos estudios, pero el sentimiento generalizado -al menos entre los consultados por la revista- es que estas investigaciones "deben continuar" porque gracias a ellas "los científicos y las autoridades sanitarias están mejor preparados para prevenir o mitigar una futura pandemia" y porque "pararlas abriría una peligrosa puerta".
Mientras tanto, parece sensato aumentar la seguridad con la que se trabaja en los laboratorios que manejan patógenos de este tipo y, tal vez, "acabar con las inversiones de los departamentos de defensa en estudios dirigidos a crear nuevas amenazas biológicas".
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/01/13/biociencia/1326482869.html
Con varios equipos científicos de todo el mundo estudiando el virus H5N1 era factible que un descubrimiento de esta índole tuviera lugar. Hace unos meses, Ron Fouchier, Ab Ostherhaus y sus colegas del Erasmus MC (Rotterdam) comprobaron que uno de sus experimentos -calificado por ellos mismos de 'realmente estúpido'- había generado un H5N1 que se transmitía a través del aire entre mamíferos. Habían creado un virus de la gripe aviar (con una mortalidad en humanos del 50%) con una capacidad de transmisión similar al de la estacional.
Presentados los hallazgos en la Conferencia Europea sobre gripe, los remitieron a 'Science' y 'Nature' para su publicación, pero el Comité Nacional de Asesoría Científica sobre Bioseguridad del Gobierno de Estados Unidos (NSABB) paralizó el proceso y recomendó a ambas cabeceras que realizaran algunos cambios en los artículos para eliminar datos sobre la metodología y los resultados. El intento de censura, que no fue muy bien acogido por los editores, ha generado un debate en el que se están cuestionando aspectos legales, procedimentales y éticos de la investigación con agentes que son una amenaza para la salud global.
Un problema de todos, una solución común
Precisamente, Fouchier y Ostherhaus, los primeros en tomar la palabra en el comentario que publica el último número de 'Nature', llaman la atención sobre el carácter "global" del H5N1, que ha causado los mayores problemas y casi todas las muertes en Asia y Oriente Medio. "Sin embargo -apuntan- toda la comunidad científica parece estar siguiendo los consejos de un único país", en referencia a EEUU.En su carta, se preguntan "si es apropiado que un país domine un debate que tiene impacto sobre los científicos y las autoridades sanitarias de todo el mundo" y hasta dónde se puede extender ese 'poder' (si será el NSABB el que decida quiénes pueden acceder a los datos completos o el que diseñará las estrategias a seguir).
El problema presentado por los investigadores holandeses recibe una posible solución en otro de los escritos, firmado por John Steinbruner, director del Centro Internacional para la Seguridad de los Estudios de Maryland (EEUU). Su propuesta es clara: la regulación de estos procesos debe correr a cargo de un organismo internacional, "idealmente, la Organización Mundial de la Salud".
Además, hace hincapié en que "estas discusiones no deben estar controladas por autoridades centradas en la seguridad nacional" porque eso generaría vetos en función de la nacionalidad de los científicos, por ejemplo.
Aumentar la seguridad
Pero también hay alabanzas a las recomendaciones del NSABB y ciertas críticas a los investigadores que trabajan con patógenos peligrosos ya que "la probabilidad de que se produzca su liberación accidental es mucho más alta" que la de que ocurra una pandemia natural o un ataque bioterrorista.Al menos esa es la advertencia de Lynn Klotz y Ed Sylvester, del Centro para el Control y la No Proliferación de las Armas (Washington DC, EEUU), cuyos análisis "muestran que la probabilidad de un escape procedente al menos de uno de cada 42 laboratorios es del 34% en un único año". Con estas investigaciones, subrayan, "estamos creando un riesgo que es mucho mayor que el que supone la naturaleza".
Este es uno de los argumentos de los detractores de estos estudios, pero el sentimiento generalizado -al menos entre los consultados por la revista- es que estas investigaciones "deben continuar" porque gracias a ellas "los científicos y las autoridades sanitarias están mejor preparados para prevenir o mitigar una futura pandemia" y porque "pararlas abriría una peligrosa puerta".
Mientras tanto, parece sensato aumentar la seguridad con la que se trabaja en los laboratorios que manejan patógenos de este tipo y, tal vez, "acabar con las inversiones de los departamentos de defensa en estudios dirigidos a crear nuevas amenazas biológicas".
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2012/01/13/biociencia/1326482869.html
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