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martes, 31 de enero de 2012

La joven asesinada junto a sus abuelos vivía inmersa en la rebeldía

La joven asesinada junto a sus abuelos vivía inmersa en la rebeldía

La chica faltaba mucho a clase, pero no causó problemas en el instituto jamás | Los Mossos bucean entre sus amigos y conocidos en busca de claves para el caso

Los Mossos d'Esquadra creen que el autor o autores del triple homicidio de la Sagrada Família podrían estar relacionados con el entorno de la más joven de las víctimas: A.C.C., una chica de 16 años con una complicada adolescencia marcada por el absentismo escolar. De entre quienes compartían aventuras y correrías nocturnas, podría encontrarse la clave que llevara a los culpables.Junto al cadáver de la menor aparecieron el pasado viernes, en uno de los pisos del bloque 287 de la calle Sardenya, sus dos abuelos octogenarios, que habían perdido parte del control sobre ella. Se descarta el robo y la agresión sexual.
El triple crimen se produjo en un momento en que la relación de la menor con sus abuelos, los que la criaron desde muy pequeñita, atravesaba uno de sus peores momentos. La chica había superado la enseñanza básica pero al llegar el momento de la adolescencia y la llegada al instituto, todo cambió. A.C.C. empezó a tener otras inquietudes y nuevas amistades. El señor Josep, su abuelo y víctima como ella de la salvaje agresión de Sagrada Família, había casi dado por perdido el caso. No podía ya con ella, confesó en varias ocasiones a su entorno. Lo hizo, por ejemplo, con los lavanderos a los que acudía regularmente. Su esposa, ya muy debilitada –apenas tenía movilidad–, hizo que acabara siendo costumbre acudir a la lavandería. El señor Josep se desahogaba allí.
Para este octogenario, la vida no había sido fácil en los últimos años. Vio cómo una de sus hijas, la madre de A.C.C., les dejó la niña a su cuidado tras separarse y se fue de Barcelona, dejando atrás incluso algunas deudas. El padre de la chica, Sebastián, acudió tras la separación regularmente a ver a su pequeña, pero poco a poco dejó de hacerlo. "Hace muchísimos años que no lo vemos por el barrio", aunque quizá la niña al crecer se desplazaba ella, explica una fuente vecinal. Fue también el señor Josep el que halló muerta hace pocos años a otra de sus hijas en un piso de la calle Nàpols. "Eso lo dejó muy mal", explican.
"El viernes tendrían que haber venido a buscar la ropa limpia, pero es evidente que ya no pudieron. Ahí está el pedido preparado", comenta el responsable del establecimiento comercial. Las conclusiones de la policía científica señalan en estos momentos que el crimen debió de cometerse sobre las ocho de la mañana, por mucho que los cuerpos se encontraran por la tarde. Fue una tía de la niña y su pareja, un hombre con botas de piel de serpiente, quienes los encontraron.
El señor Josep se lamentaba del trato que recibía de la nieta. Ella esperaba conseguir mejor ropa de marca y dinero para salir y hasta exigía un determinado tipo de comida. Esas demandas las hacía a gritos con cierta frecuencia. Son los que oían algunos vecinos del inmueble y de algún otro situado en frente, en el interior de la manzana. "Era una muchacha muy problemática", confirman fuentes vecinales.
El instituto Fort Pius fue el último centro escolar al que acudió la joven de 16 años. Llegó al centro para cursar tercero de ESO cuando el curso 2009/2010 ya había empezado. "No fue una alumna conflictiva en absoluto. Nunca causó problemas, pero venía muy poco", comentaron ayer fuentes del centro escolar. En el curso siguiente, las cosas empeoraron. A.C.C. dejó de ir a clase. Los abuelos, tutores de la menor, fueron llamados varias veces por la dirección educativa, pero sin resultados. "Sus abuelos hacían lo que podían, pero era un caso de desestructuración familiar. Era muy difícil para dos abuelos muy mayores manejar a una adolescente. A la madre la vimos en alguna ocasión. Al padre, jamás", comentaron fuentes del centro.
Durante el curso 2010/2011 no fue a clase casi ni una vez. Fuentes educativas explican que el llamado absentismo severo en jóvenes de esas edades es muy bajo, del 0,5% al 1% y casi inexistente entre muchachos autóctonos. Es más propio de chicos venidos de otros países y con realidades lingüísticas muy distintas. La joven asesinada en la calle Sardenya se formaba parte de esa rareza estadística. Los servicios sociales y la inspección escolar se vieron obligados a intervenir, puesto que existen unos protocolos muy estrictos que fija la Administración para este tipo de casos.
Se optó por que la chica siguiera su educación en una unidad de escolarización compartida que se usa para que jóvenes que quedan descolgados de los estudios tengan una última oportunidad de reengancharse. De este modo fue como acudió a una escuela de peluquería y estética, aunque ella dependía del instituto.
Se fue alejando progresivamente de los estudios hasta el punto de que tuvo que dejar el centro de peluquería. Su vida, según diversas fuentes, se volcó, como la de muchos adolescentes, en la pandilla, pero dejando de estudiar. Andaba con chicos, también como la mayoría de las muchachas de su edad, aunque ahora parece que sentía predilección por uno en concreto, al que se había visto por el barrio. Al igual que su tía y el novio de esta, que últimamente pasaban mucho tiempo en el domicilio de los fallecidos.
El señor Josep se quejaba de que su nieta salía los fines de semana y pedía dinero para ello. Se lamentaba de que la niña que había criado a menudo llegaba tarde por la noche e, incluso, no iba a dormir. La policía investiga los círculos en que se movía y cuáles eras sus amigos más íntimos, pues en el instituto no tuvo oportunidad de hacerlos.

Marta sufre desde la distancia

Marta Claveguera vive desde la distancia, aunque sólo física, la trágica muerte de su hija, de sólo 16 años, y de los abuelos, octogenarios, en su piso de Barcelona. "Está sufriendo mucho, está fatal", explicó muy afectada Rosa, una prima de Marta, a la llamada de este diario. Por su situación psicológica, muy inestable, Marta tuvo que dejar hace algunos años a su hija al cuidado de los abuelos, en Barcelona. "Está muy mal, lo está pasando muy mal", añadió su prima, empleada en un supermercado de El Vendrell (Baix Penedès). Fuentes policiales apuntan a que Marta buscó refugio y tranquilidad fuera de Barcelona, afectada por un trastorno. Aunque en un principio se fijó su residencia en las Terres de l'Ebre, vive entre El Vendrell (Baix Penedès) y Cubelles (Garraf), cerca de algunos de sus familiares. En la familia Claveguera siguen sin encontrar explicación alguna a lo sucedido, aún aturdidos por el triple crimen. "Aún hoy no me lo creo, no nos los creemos", añadió Rosa. En la familia ni tienen constancia de que las víctimas estuviesen enemistadas con nadie ni que se relacionasen en un entorno conflictivo. Aunque no confirmaron que Marta sufra algún tipo de trastorno, queda claro que se trata de una mujer con dificultades para mantener una vida autónoma. "Que la dejen tranquila, no podrá explicar nada de lo sucedido", añadieron desde la familia Claveguera. Su desconcierto es muy parecido al que ha provocado socialmente el triple crimen.
http://www.lavanguardia.com/sucesos/20120131/54247063576/joven-asesinada-abuelos-rebeldia.html

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