Los nazis planearon cuna ampaña de envenenamientos para después de la guerra
Los nazis planearon una campaña de envenenamientos y sabotajes contra los aliados al final de la Segunda Guerra Mundial para causar situaciones de pánico y posibilitar la llegada de un Cuarto Reich, según documentos hasta ahora secretos del MI5 británico.
Agentes alemanes estaban equipados con píldoras tóxicas, con aspecto de aspirinas, y mecheros que, al encenderse, desprendían gases letales y las espías de ese país llevaban armas "microbianas" ocultas en los espejitos de sus bolsos para utilizarlas contra los oficiales aliados en los países ocupados.
Los jefes militares británicos estaban tan preocupados por el peligro de envenenamiento con todo tipo de objetos cotidianos que recomendaron a sus tropas que se abstuviesen de probar alimentos o fumar cigarrillos alemanes en su avance por ese país al final de la guerra.
Los nazis también planeaban colocar a sus agentes en todo el mundo para, pasado algún tiempo, utilizarlos en una campaña global destinada a crear el pánico en las poblaciones de los países aliados, señalan esos documentos, que han visto la luz pública por primera vez.
Un colaboracionista francés detenido en Italia en 1945 reveló a quienes le interrogaron que se habían transferido "cuantiosos fondos" a Suramérica y se había enviado a "gente de confianza" a España y Suiza.
Olivier Mordrelle, líder del movimiento separatista de la Bretaña francesa, fue condenado a muerte en ausencia en 1940 después de que se descubriese que estaba a sueldo de los alemanes.
Regresó a su país tras la invasión de Hitler y llegó a ser nombrado representante francés para las actividades posbélicas por los servicios de inteligencia del partido nazi, el llamado Sicherheitsdienst.
Morderelle era uno de los quince delegados de países de Europa Occidental que asistieron a una reunión secreta en Deisenhofen, cerca de Munich, en abril de 1945, en la que se discutieron los planes nazis para la resistencia después de acabado el conflicto.
Un alto funcionario de las SS alemanas les dijo que tenían que pasar a la clandestinidad hasta que acabase la guerra y que debían organizar entonces movimientos antibolcheviques en sus países y "fomentar disturbios que pudieran culminar en guerras civiles".
"El objetivo principal era dificultar en la medida de lo posible el trabajo de los aliados para que los nazis pudieran, pasado cierto tiempo, reaparecer bajo un nuevo disfraz y construir el Cuarto Reich", reveló Morderelle a los aliados, según esos documentos británicos.
Los documentos del MI5 ahora publicados indican lo ingenioso de los artefactos y venenos desarrollados por científicos alemanes y encontrados en agentes de ese país detenidos en el norte de Francia en marzo de 1945 después de que se lanzaran en paracaídas.
Entre ellos había cigarrillos que daban dolores de cabeza al fumador, algo que aprovecharía el agente para ofrecer una aspirina que era en realidad un veneno que acabaría con la vida de aquél en cuestión de minutos.
También llevaban polvos impregnados de un veneno con los que espolvorear manijas de puertas, libros, mesas y otras superficies.
Había asimismo una pildorita que se depositaba en un cenicero y que, en contacto con el fuego de un cigarrillo, desprendía un vapor que podía acabar con las personas que se encontraban cerca.
El espionaje alemán introdujo también substancias venenosas en barritas de chocolate, azúcar y cigarrillos.
Uno de los potenciales saboteadores contó que un comandante nazi le había dicho que si las cosas iban mal para ellos en la guerra, Alemania recurriría a otros métodos como "la guerra bacteriológica".
Los documentos incluyen también advertencias sobre una hebilla de cinturón en forma de esvástica que llevaba una pistola minúscula capaz de hacer dos disparos.
Ese tipo de métodos no se limitaron sin embargo a los nazis sino que un documento alemán confiscado con fecha de febrero de 1944 indicaba que la resistencia polaca había intentado envenenar a civiles y militares germanos con latitas de crema Nivea que contenían una pasta impregnada de gas mostaza.
Los jefes militares británicos estaban tan preocupados por el peligro de envenenamiento con todo tipo de objetos cotidianos que recomendaron a sus tropas que se abstuviesen de probar alimentos o fumar cigarrillos alemanes en su avance por ese país al final de la guerra.
Los nazis también planeaban colocar a sus agentes en todo el mundo para, pasado algún tiempo, utilizarlos en una campaña global destinada a crear el pánico en las poblaciones de los países aliados, señalan esos documentos, que han visto la luz pública por primera vez.
Un colaboracionista francés detenido en Italia en 1945 reveló a quienes le interrogaron que se habían transferido "cuantiosos fondos" a Suramérica y se había enviado a "gente de confianza" a España y Suiza.
Olivier Mordrelle, líder del movimiento separatista de la Bretaña francesa, fue condenado a muerte en ausencia en 1940 después de que se descubriese que estaba a sueldo de los alemanes.
Regresó a su país tras la invasión de Hitler y llegó a ser nombrado representante francés para las actividades posbélicas por los servicios de inteligencia del partido nazi, el llamado Sicherheitsdienst.
Morderelle era uno de los quince delegados de países de Europa Occidental que asistieron a una reunión secreta en Deisenhofen, cerca de Munich, en abril de 1945, en la que se discutieron los planes nazis para la resistencia después de acabado el conflicto.
Un alto funcionario de las SS alemanas les dijo que tenían que pasar a la clandestinidad hasta que acabase la guerra y que debían organizar entonces movimientos antibolcheviques en sus países y "fomentar disturbios que pudieran culminar en guerras civiles".
"El objetivo principal era dificultar en la medida de lo posible el trabajo de los aliados para que los nazis pudieran, pasado cierto tiempo, reaparecer bajo un nuevo disfraz y construir el Cuarto Reich", reveló Morderelle a los aliados, según esos documentos británicos.
Los documentos del MI5 ahora publicados indican lo ingenioso de los artefactos y venenos desarrollados por científicos alemanes y encontrados en agentes de ese país detenidos en el norte de Francia en marzo de 1945 después de que se lanzaran en paracaídas.
Entre ellos había cigarrillos que daban dolores de cabeza al fumador, algo que aprovecharía el agente para ofrecer una aspirina que era en realidad un veneno que acabaría con la vida de aquél en cuestión de minutos.
También llevaban polvos impregnados de un veneno con los que espolvorear manijas de puertas, libros, mesas y otras superficies.
Había asimismo una pildorita que se depositaba en un cenicero y que, en contacto con el fuego de un cigarrillo, desprendía un vapor que podía acabar con las personas que se encontraban cerca.
El espionaje alemán introdujo también substancias venenosas en barritas de chocolate, azúcar y cigarrillos.
Uno de los potenciales saboteadores contó que un comandante nazi le había dicho que si las cosas iban mal para ellos en la guerra, Alemania recurriría a otros métodos como "la guerra bacteriológica".
Los documentos incluyen también advertencias sobre una hebilla de cinturón en forma de esvástica que llevaba una pistola minúscula capaz de hacer dos disparos.
Ese tipo de métodos no se limitaron sin embargo a los nazis sino que un documento alemán confiscado con fecha de febrero de 1944 indicaba que la resistencia polaca había intentado envenenar a civiles y militares germanos con latitas de crema Nivea que contenían una pasta impregnada de gas mostaza.
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