Fue Allen quien convenció a Gates de dejar la universidad para dedicarse en cuerpo y alma a fundar Microsoft. Allen es también una de las personas más ricas del mundo gracias a la revalorización de sus acciones de Microsoft cuando él ya no trabajaba en la compañía, que abandonó poco después de enfrentarse a un cáncer.
Por otro lado Allen revela ahora que en los primeros compases de su enfermedad Gates «conspiró» para reducir la participación de su amigo en el accionariado. Al fin fue Allen el que decidió irse, asqueado por un modo de entender el negocio con el que cada vez se identificaba menos.
La filtración de estas opiniones ha suscitado ya un encendido debate. No falta quien vea confirmadas sus peores sospechas sobre Bill Gates, visto por muchos durante muchos años como el gran villano de esta industria. Le ha hecho falta mucha filantropía para mitigar esa impresión. Otros opinan que Allen respira por la herida de una envidia muy humana por no haber alcanzado las mismas cotas de reconocimiento y de fama que su amigo, quizás porque tampoco se implicó ni obsesionó nunca con Microsoft al mismo nivel.
Y por supuesto todo puede ser una mera estrategia para obtener publicidad y vender muchos libros. Allen reconoce que cuando estuvo en el hospital Gates fue de sus visitantes más constantes y que pese a todo la amistad entre ellos se ha mantenido a lo largo de los años. Hasta ahora, por lo menos.
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