Así destapó EL MUNDO la trama del Instituto Nóos
La tarde del jueves
16 de febrero de 2006, hace exactamente 11 años y un día, el cielo se
abrió de forma súbita sobre Palma de Mallorca y descargó un breve pero
intenso aguacero. Era el preámbulo meteorológico de la tormenta
mediática que iba a empezar a desatarse durante los dos días siguientes
con la portada de la edición balear de EL MUNDO.
Dos titulares consecutivos desvelaban cómo el esposo de la hija menor del Rey Juan Carlos, Iñaki Urdangarin, un hombre con aura de deportista y yerno ejemplar se había embolsado 1,2 millones adjudicados a dedo por el Gobierno balear de Jaume Matas.
En esas dos primeras entregas se daban detalles de los suntuosos gastos con los que se justificaron los pagos. Hasta 240.000 euros en comidas y desplazamientos, o 100.000 euros públicos para montar un gabinete de prensa para un foro que duró sólo tres días.
La información provocó que los propios patronos del Instituto Nóos, la falsa ONG de Urdangarin y Torres que se embolsó el dinero, viajaran hasta la isla y se movilizaran sin éxito para tratar de silenciar y contradecir las informaciones acreditadas documentalmente por este periódico. Pero el camino ya estaba abierto y, tirando de ese hilo, la Justicia se iba a encargar con el tiempo de que no tuviera retorno.
El manto de silencio e impunidad que durante décadas se había extendido en torno a las actividades de la Familia Real volvió a ser levantado de golpe en estas mismas páginas el 25 de septiembre del año 2011. Un juez y un fiscal de Mallorca, el magistrado José Castro y el fiscal anticorrupción Pedro Horrach, habían dado con los expedientes públicos de aquellos pagos a Nóos en su investigación sobre una de las obras estelares del Gobierno de Matas, el velódromo Palma Arena. Y habían decidido iniciar una investigación hermética, reclamando algunas de las facturas.
El departamento de investigación de EL MUNDO publicó entonces en el suplemento Crónica un gran reportaje titulado Anatomía de un pelotazo donde sacaba a la luz aspectos inéditos de esa investigación judicial y ofrecía en exclusiva el rosario de facturas utilizadas por Urdangarin y Torres para justificar el desvío de 2,3 millones de euros públicos. Pero lo más importante: aquellos justificantes demostraban que el dinero de Nóos había acabado en una sociedad controlada por Urdangarin y la Infanta, Aizoon. Es decir, en los bolsillos de los duques de Palma.
La información corrió como la pólvora y aceleró la investigación hasta desembocar en el registro de la sede del Instituto Nóos por parte de la Policía Judicial para requisar todas esas pruebas documentales.
Entre los documentos incautados ese día, como también reveló en primicia este diario, figuraba un manuscrito que ha quedado para la hemeroteca de la corrupción y que resume en un dibujo esquemático de tres trazos la trama de triangulaciones societarias urdida por el dúo Torres-Urdangarin para burlar al fisco y multiplicar sus beneficios.
En noviembre de 2011 la investigación periodística dio un salto cualtitativo cuando nuestra portada desveló y puso negro sobre blanco con documentos exclusivos lo que todo el mundo sospechaba pero nadie podía probar: que Urdangarin había utilizado a la Casa Real como gancho para sus negocios. Ayer la sentencia de la Audiencia lo dio por probado. Anticorrupción ya acusaba por entonces al duque de Palma de «apoderarse de fondos públicos». En los meses siguientes, EL MUNDO reveló las conexiones de la trama en paraísos fiscales como Belice, llegando a publicar el documento de identidad del testaferro panameño utilizado por el entramado de Torres y Urdangarin o un documento que revelaba un pago a una cuenta suiza.
Pero faltaba por llegar la revelación que acabaría por anudar el escándalo al corazón de la Monarquía. El documento que probaba la vinculación de la Infanta Cristina con una de las sociedades instrumentales de la trama: la famosa Aizoon. EL MUNDO ofreció a sus lectores las actas. La imputación de la Infanta, quien pese a ser absuelta ha sido condenada a pagar una considerable cantidad a título lucrativo, era ya sólo cuestión de tiempo.
Exclusiva de este periódico fue también el falso contrato de autoalquiler del Palacete de Pedralbes mediante el que Cristina de Borbón simulaba, de su puño y letra, arrendarse a sí misma su propia casa. Aquello tenía como único objetivo engañar a Hacienda por la vía de generar gastos ficticios y pagar menos impuestos.
La elocuencia de aquel documento desembocó inexorablemente en la imputación de la hija del Rey Emérito.
Urdangarin fue imputado a finales de 2011, a petición del fiscal, quien le atribuía un «desmedido afán de lucro». El secretario de las Infantas, en enero 2013, tras una densa instrucción judicial. Y en abril de ese año, el juez Castro actuó contra la Infanta, cuya imagen declarando en el banquillo de los acusados en febrero de 2014 fue publicada por EL MUNDO constituyendo un documento para la historia de España que todas las instituciones intentaron impedir.
Dos titulares consecutivos desvelaban cómo el esposo de la hija menor del Rey Juan Carlos, Iñaki Urdangarin, un hombre con aura de deportista y yerno ejemplar se había embolsado 1,2 millones adjudicados a dedo por el Gobierno balear de Jaume Matas.
En esas dos primeras entregas se daban detalles de los suntuosos gastos con los que se justificaron los pagos. Hasta 240.000 euros en comidas y desplazamientos, o 100.000 euros públicos para montar un gabinete de prensa para un foro que duró sólo tres días.
La información provocó que los propios patronos del Instituto Nóos, la falsa ONG de Urdangarin y Torres que se embolsó el dinero, viajaran hasta la isla y se movilizaran sin éxito para tratar de silenciar y contradecir las informaciones acreditadas documentalmente por este periódico. Pero el camino ya estaba abierto y, tirando de ese hilo, la Justicia se iba a encargar con el tiempo de que no tuviera retorno.
El manto de silencio e impunidad que durante décadas se había extendido en torno a las actividades de la Familia Real volvió a ser levantado de golpe en estas mismas páginas el 25 de septiembre del año 2011. Un juez y un fiscal de Mallorca, el magistrado José Castro y el fiscal anticorrupción Pedro Horrach, habían dado con los expedientes públicos de aquellos pagos a Nóos en su investigación sobre una de las obras estelares del Gobierno de Matas, el velódromo Palma Arena. Y habían decidido iniciar una investigación hermética, reclamando algunas de las facturas.
El departamento de investigación de EL MUNDO publicó entonces en el suplemento Crónica un gran reportaje titulado Anatomía de un pelotazo donde sacaba a la luz aspectos inéditos de esa investigación judicial y ofrecía en exclusiva el rosario de facturas utilizadas por Urdangarin y Torres para justificar el desvío de 2,3 millones de euros públicos. Pero lo más importante: aquellos justificantes demostraban que el dinero de Nóos había acabado en una sociedad controlada por Urdangarin y la Infanta, Aizoon. Es decir, en los bolsillos de los duques de Palma.
La información corrió como la pólvora y aceleró la investigación hasta desembocar en el registro de la sede del Instituto Nóos por parte de la Policía Judicial para requisar todas esas pruebas documentales.
Entre los documentos incautados ese día, como también reveló en primicia este diario, figuraba un manuscrito que ha quedado para la hemeroteca de la corrupción y que resume en un dibujo esquemático de tres trazos la trama de triangulaciones societarias urdida por el dúo Torres-Urdangarin para burlar al fisco y multiplicar sus beneficios.
En noviembre de 2011 la investigación periodística dio un salto cualtitativo cuando nuestra portada desveló y puso negro sobre blanco con documentos exclusivos lo que todo el mundo sospechaba pero nadie podía probar: que Urdangarin había utilizado a la Casa Real como gancho para sus negocios. Ayer la sentencia de la Audiencia lo dio por probado. Anticorrupción ya acusaba por entonces al duque de Palma de «apoderarse de fondos públicos». En los meses siguientes, EL MUNDO reveló las conexiones de la trama en paraísos fiscales como Belice, llegando a publicar el documento de identidad del testaferro panameño utilizado por el entramado de Torres y Urdangarin o un documento que revelaba un pago a una cuenta suiza.
Pero faltaba por llegar la revelación que acabaría por anudar el escándalo al corazón de la Monarquía. El documento que probaba la vinculación de la Infanta Cristina con una de las sociedades instrumentales de la trama: la famosa Aizoon. EL MUNDO ofreció a sus lectores las actas. La imputación de la Infanta, quien pese a ser absuelta ha sido condenada a pagar una considerable cantidad a título lucrativo, era ya sólo cuestión de tiempo.
Exclusiva de este periódico fue también el falso contrato de autoalquiler del Palacete de Pedralbes mediante el que Cristina de Borbón simulaba, de su puño y letra, arrendarse a sí misma su propia casa. Aquello tenía como único objetivo engañar a Hacienda por la vía de generar gastos ficticios y pagar menos impuestos.
La elocuencia de aquel documento desembocó inexorablemente en la imputación de la hija del Rey Emérito.
Urdangarin fue imputado a finales de 2011, a petición del fiscal, quien le atribuía un «desmedido afán de lucro». El secretario de las Infantas, en enero 2013, tras una densa instrucción judicial. Y en abril de ese año, el juez Castro actuó contra la Infanta, cuya imagen declarando en el banquillo de los acusados en febrero de 2014 fue publicada por EL MUNDO constituyendo un documento para la historia de España que todas las instituciones intentaron impedir.
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