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El coltán , apenas arena, fue el verdadero objetivo de la segunda guerra del Congo, conocida por ello como Guerra del Coltán, en la que murieron cerca de cuatro millones de personas. Fallecieron de hambre, por enfermedades, tiroteadas o a machetazos. En esa cruenta guerra, que supuestamente acabó en 2003, participaron nueve naciones, además de veinte facciones distintas de lealtad indefinida. Estas naciones y facciones, que para la opinión pública luchaban por motivos étnicos y políticos, estaban fuertemente armadas. ¿Cómo fue ello posible, teniendo en cuenta que esas nueve naciones, entre las que se encontraba Ruanda, son consideradas las más pobres del planeta?
La respuesta es sencilla, pero escalofriante. El coltán no sólo se extrae en la República Democrática del Congo , donde que está el 80% de los recursos estimados de este mineral. También hay minas en Brasil, Tailandia y Australia. Pero en estos últimos países hay que pagar mano de obra en condiciones dignas que resultan muy caras. Impuestos y tasas gravan la extracción del coltán.
En el Congo es más fácil. Según datos de la ONU, entre 1998 y 2002 se extrajeron de esta República cerca de 3,9 millones de kilos de coltán , que alcanzaron en el mundo desarrollado un valor de 793 millones de dólares. Casi el doble de lo que se obtuvo con los famosos diamantes que también se extraen en el Congo.
A pesar de ello ni uno de esos dólares fue a parar al país africano . Su Gobierno, actualmente liderado por Joseph Kabila, está constantemente amenazado por golpes de Estado y revueltas. Poco puede hacer por controlar la zona noroeste del país, donde se encuentran los yacimientos de coltán, a 1.500 kilómetros de la capital, Kinshasa.
Durante la Guerra del Coltán , el Ejército ruandés ocupó de facto esta zona del Congo. Ruanda, un país del tamaño de la provincia de Badajoz, domina la extracción y la explotación de una de las principales riquezas del mundo.
El padre Antonio Molina, de la congregación de los Padres Blancos, que trabaja desde hace muchos años en el África negra, conoce bien la situación. Explica que Laurent Kabila, el padre del actual presidente del Congo, solicitó la ayuda del Ejército ruandés para derrocar el Gobierno del dictador Mobutu en 1997. "Una vez conseguido el derrocamiento, el Ejército ruandés ya nunca abandonó el Congo. De hecho, su única intención al ayudar a Kabila padre era la de hacerse fuertes en la zona minera más rica".
Hombres armados del Ejército de Ruanda dominan los perímetros de las explotaciones en territorio congoleño. Según hace ver el padre blanco, "los ruandeses llegan armados y no gastan bromas, la gente es prácticamente esclavizada ". Y es que las minas y el territorio no es lo único que dominan. Estos soldados, armados con la aquiescencia, el beneplácito y el dinero del mundo desarrollado, son los amos y señores de decenas de miles de vidas.
Autor: Agencias:www.rebelion.org- Fecha: 2007-06-04
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