Congo: la guerra por el coltán (1)
El año pasado centramos los reportajes que realizamos en la República Democrática del Congo en la violación como arma de guerra, los niños soldados, la cuestionada labor de la MONUC y los orígenes del conflicto.
En este nuevo desembarco en los Kivus el objetivo es seguir de cerca el proceso de Kimia II, que pretende terminar con los rebeldes hutus del FDRL, y en ahondar en uno de los motivos que ha perpetuado esta guerra a lo largo de 15 años, con un saldo de cinco millones de muertos: el expolio de los recursos minerales congoleños.
Tras demorar tres días en conseguir todos los permisos, credenciales y sellos (y más sellos) de rigor, esta mañana mantuvimos una entrevista con un comerciante de casiterita, oro y coltán que tiene sus oficinas en el multitudinario y paupérrimo barrio de Kadutu (la tercera de las fotografías que allí tomamos es de casiterita).
La semana que viene mantendremos encuentros con el área de la MONUC responsable de aplicar la resolución 1856 del Consejo de Seguridad de la ONU. También nos desplazaremos a las minas, para conocer las condiciones de los trabajadores, y entrevistaremos a responsables gubernamentales.
Para comprender qué es el coltán podríamos hacer un ejercicio de deconstrucción, como con las matrioskas rusas, pero a la inversa.
La más pequeña de estas muñecas sería el tantalio, que es un metal de transición de color azul grisáceo. Descubierto en 1820, su nombre viene del mito griego de Tántalo, que fuera condenado por Zeus a la sed eterna. Denominación que deriva de la capacidad del tantalio para no oxidarse.
A su vez, el tantalio se encuentra en el mineral conocido como tantalita, nuestra segunda muñeca rusa. Y la tantalita se halla junto a la columbita, de poca utilidad, en el coltán. Conocido como el “oro azul”, éste último no abunda en la naturaleza y ha pasado en pocos años de ser una simple curiosidad mineralógica a convertirse en el pieza clave de los avances tecnológicos más importantes de nuestro tiempo.
Esto se debe a las propiedades del tantalio, que es duro y dúctil a la vez, de alto punto de fusión, difícilmente oxidable, y buen conductor de la electricidad (80 veces mejor que el cobre), por lo que se emplea para fabricar condensadores electrolíticos.
Y ahora sí ya estamos frente a nuestra gran muñeca rusa en su máxima dimensión: rubicunda, henchida de modernidad y poder. Pues estos condensadores son uno de los componentes esenciales de teléfonos celulares, GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas, equipamientos médicos no invasivos, televisores de plasma, videojuegos, computadoras portátiles, PDAs, reproductores MP3 y MP4.
Este mineral es clave para las telecomunicaciones, la industria bélica o la medicina más sofisticada. “Quien controle el coltán, controlará el mundo”, escribió Alberto Vázquez Figueroa, autor de una novela sobre este mineral.
http://blogs.20minutos.es/enguerra/2009/08/23/congo-guerra-el-coltaan-1/
En este nuevo desembarco en los Kivus el objetivo es seguir de cerca el proceso de Kimia II, que pretende terminar con los rebeldes hutus del FDRL, y en ahondar en uno de los motivos que ha perpetuado esta guerra a lo largo de 15 años, con un saldo de cinco millones de muertos: el expolio de los recursos minerales congoleños.
Tras demorar tres días en conseguir todos los permisos, credenciales y sellos (y más sellos) de rigor, esta mañana mantuvimos una entrevista con un comerciante de casiterita, oro y coltán que tiene sus oficinas en el multitudinario y paupérrimo barrio de Kadutu (la tercera de las fotografías que allí tomamos es de casiterita).
La semana que viene mantendremos encuentros con el área de la MONUC responsable de aplicar la resolución 1856 del Consejo de Seguridad de la ONU. También nos desplazaremos a las minas, para conocer las condiciones de los trabajadores, y entrevistaremos a responsables gubernamentales.
Para comprender qué es el coltán podríamos hacer un ejercicio de deconstrucción, como con las matrioskas rusas, pero a la inversa.
La más pequeña de estas muñecas sería el tantalio, que es un metal de transición de color azul grisáceo. Descubierto en 1820, su nombre viene del mito griego de Tántalo, que fuera condenado por Zeus a la sed eterna. Denominación que deriva de la capacidad del tantalio para no oxidarse.
A su vez, el tantalio se encuentra en el mineral conocido como tantalita, nuestra segunda muñeca rusa. Y la tantalita se halla junto a la columbita, de poca utilidad, en el coltán. Conocido como el “oro azul”, éste último no abunda en la naturaleza y ha pasado en pocos años de ser una simple curiosidad mineralógica a convertirse en el pieza clave de los avances tecnológicos más importantes de nuestro tiempo.
Esto se debe a las propiedades del tantalio, que es duro y dúctil a la vez, de alto punto de fusión, difícilmente oxidable, y buen conductor de la electricidad (80 veces mejor que el cobre), por lo que se emplea para fabricar condensadores electrolíticos.
Y ahora sí ya estamos frente a nuestra gran muñeca rusa en su máxima dimensión: rubicunda, henchida de modernidad y poder. Pues estos condensadores son uno de los componentes esenciales de teléfonos celulares, GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas, equipamientos médicos no invasivos, televisores de plasma, videojuegos, computadoras portátiles, PDAs, reproductores MP3 y MP4.
Este mineral es clave para las telecomunicaciones, la industria bélica o la medicina más sofisticada. “Quien controle el coltán, controlará el mundo”, escribió Alberto Vázquez Figueroa, autor de una novela sobre este mineral.
Sobre mí
http://blogs.20minutos.es/enguerra/2009/08/23/congo-guerra-el-coltaan-1/
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