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lunes, 20 de febrero de 2012

"En este planeta podría haber vida inteligente no humana" El sueño de la razón

"En este planeta podría haber vida inteligente no humana" El sueño de la razón

Ser sabio es aprender a vivir en la ignorancia. "Eso es muy cierto", dice Arber al escucharlo, con una de las dos únicas sonrisas de la charla (la otra es cuando le pregunto si le fastidia morirse). El resto es una profesión de humildad franciscana poco habitual en un científico nobelado. Los que entrevisto suelen dejar aquí las puertas abiertas a la imaginación y a nuestros deseos. Y ambos son a menudo locos. Como el llegar a decidir un día cuánto tiempo queremos vivir. A Arber le horroriza esa perspectiva como evolucionista y presidente de la Academia Pontificia de Ciencia (y protestante: ¡bien por el Papa!). Al entrevistador, como ser humano, le gustaría poder seguir soñando...
Me preocupa que la ciencia apoye la vana pretensión de vivir más sin contrastarla con otras realidades...

¿Qué tiene de malo?
Querer vivir más de lo asignado por la evolución es ir contra natura como individuo y como especie. Como individuo, al vivir más de lo natural, ocupas el lugar de otros e impides que la evolución siga su curso...

 ¿Los humanos no deben vivir más?
Querer vivir más de lo dispuesto por la evolución para nuestra especie es ir contra natura. Ocupar el planeta más allá de nuestro tiempo biológico limitaría la biodiversidad e impediría evolucionar a otras especies.

 Las demás especies no son inteligentes: no saben que van a morir. No les importa.
¿Por qué está usted tan
seguro de que sólo los humanos podemos llegar a ser inteligentes? ¿Acaso otras especies en este planeta no pueden evolucionar hasta formas de conciencia incluso superiores a la nuestra?
 La pregunta que le iba a hacer era sobre vida inteligente en otros planetas...
¡Y también en este! He dedicado mi vida a la bioevolución: a estudiar esporas... Y le aseguro que nuestra evolución no tiene nada de insólito. Otras especies también de este planeta –si las dejamos– pueden evolucionar hasta incluso superarnos. Por eso es tan peligroso ocupar y destruir la biodiversidad: al final, la Tierra sólo contendrá humanos que después también se extinguirán.

 A uno le gusta pensar que quedará algo de él; tal vez su obra o sus hijos, nietos, bisnietos... Aunque sean tatarasobrinos.
Tenemos marcado un tiempo de vida como individuos y como especie. Eso es todo.


¿Cuánto tiempo tenemos asignado?
Alrededor de 100 años. Y nunca pasaremos de los 200. Se lo digo como científico que conoce bien los telómeros y el ADN.

 Al menos mejoraremos como especie.
No necesariamente. Nuestros hijos no tienen por qué ser mejores que nosotros. La evolución simplemente va haciendo que se adapten mejor al medio, pero, a su vez, el medio siempre es cambiante...

 ¿Puede que la evolución sea en círculo?
Podría ser. Si el medio retrocede a estadios anteriores, la especie lo seguiría. Además, la adaptación nunca es completa ni perfecta.

 ¿Ni siquiera habrá seres humanos mejores que nosotros en el futuro?
No necesariamente. Estarán –si subsistimos– mejor adaptados al medio en ese preciso momento. Y tal vez los mejor adaptados no sean los humanos, sino otras especies que han evolucionado más que nosotros.

 ¿Esporas?, ¿chimpancés?, ¿bonobos?
Otras especies que se adapten mejor. En ese sentido es sensato también renunciar al anhelo de eternidad como especie. Por eso, coincidí con mi colega Francis Creek...


Otro Nobel, el codescubridor del ADN.
... Francis siempre dijo que era absurdo enviar seres humanos al espacio para colonizar otros planetas, porque ningún humano sobreviviría en ellos. Tiene mucho más sentido enviar esporas en nuestras misiones espaciales, para que así sea nuestro modelo evolutivo el que tal vez sobreviva...

 Es duro renunciar al propio ego y después al ego de todos los humanos.
No somos tan importantes. Ya ve.


¿A usted no le fastidia morirse?
No tengo otro remedio.

 Pero le veo sonreír al decírmelo.
Es el mejor remedio.


Yo creía que el Vaticano, que lo nombró asesor científico, era más prohumano.
Soy científico. Y, en mi vida personal, cristiano. Como científico, mi razón me dice que la evolución es incontestable; como cristiano, puedo ver un designio divino en el hecho de que la evolución sea un sistema autoorganizado, pero no creo que Dios esté observando cada uno de mis gestos...


¿Dios existe?
Como científico no puedo negarlo ni probarlo. Pero sí niego el creacionismo: Dios no creó el mundo de una sola vez. Es falso.

 El Papa negó la evolución hasta los 90.
Modestamente, tuve que ver algo en el hecho de que Juan Pablo II aceptara, a mediados de los años noventa, que la evolución es algo "a lo que damos seria consideración".


¿Y la ingeniería genética?
Podemos usar la genética para mejorar nuestra calidad de vida sin transgredir la ley natural. Con ella podemos mejorar cultivos o impedir que mueran niños.


¿Hay que morirse cuando toca?
Vamos a ver: los humanos tenemos un sentido del tiempo apenas limitado a dos o tres generaciones. Nos cuesta ponderar el significado del tiempo más allá de un siglo...

 ¿Y...?
Pero un científico debe considerar el valor de tres mil millones de años. Ese es el tiempo que nos ha costado llegar a ser quienes somos. El deseo de ir más allá de la evolución es una locura transgresora contra la religión y la razón y está condenado a fracasar.


¿Por qué?
Porque el planeta tiene límites y nuestra propia especie también.


¿Qué nos trascenderá a los humanos?
La evolución. Es un sistema autoorganizado y tal vez, así, divino. El gran atributo de la inteligencia es ser capaz de comprenderla.


¿Ni una sola prueba de Dios?
Como científico no puedo afirmarlo ni negarlo, como creyente, estoy convencido.


¿Cómo se fía el Papa de usted si ni siquiera es católico? Es usted protestante.
Pregúnteselo a él.


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